XXII: En esta vida o en otra, siempre te amare

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"—No hay duda mi señor, la miko* que trajo consigo es quien nos ha traicionado.

Liam a estas alturas ya se estaba acostumbrando a tener visiones o sueños muy vividos, pero esté en particular le hacia doler mucho el corazón...como si el fuera esa persona a la que le daban esa noticia, sintiendo la traición de esa supuesta sacerdotisa.

Por otro lado, Amelia era la primera vez que experimentaba dichas visiones o recuerdos, pero el que estaba viendo y sintiendo era...doloroso y abrumador; No sentía que fuera su cuerpo, tenía el cabello más largo, una vestimenta rara y tenía una herida en la cabeza que no recodaba que John le hubiera hecho y su cuerpo parecía moverse por voluntad propia desesperado por algo o...alguien.

De repente un pensamiento, que no era suyo, asalto su mente: "Debo salvar a Toshi"

¿Quién era Toshi? ¿De quién era voz? Sin saber si debía confiar o no, el cuerpo volvió a moverse para salir de la choza y ahí Amelia lo supo; ella era la intrusa dentro de ese cuerpo.

Ambos abrieron los ojos súbitamente y lo único que venían, a medias por el humo, era el naranja del fuego que los rodeaba así como el crepitar de la madera de la casucha al quemarse; una vez que su mente y cuerpo regresó a la realidad pudieron experimentar el terror al tener a la muerte tan cerca.

Amelia, por instinto, se abrazó a su amado, buscando consuelo o una solución al lío en el que estaban, pero todo parecía en vano, el fuego estaba devorando todo a su paso y en su mente se preguntó porque John no los había matado o rociado de gasolina, pero su subconsciente sabía la respuesta: John quería quitarle de las manos hasta el último resquicio de esperanza, hacerle sentir la desesperación que una vez sintió al vivir con él; la ilusión de poder ser salvado.

Viendo el panorama, a Liam herido y a ella misma apenas pudiendo respirar, Amelia hizo algo que hace mucho no hacía: llorar. Gruesas y cálidas lágrimas caían por sus mejillas, sus sollozos que comenzaron como pequeños espasmos ahora era audibles, en ese momento Liam volteó a verla y le apretó la mano.

—Te sacaré de aquí, aunque pierda la vida en ello. —Amelia negó con la cabeza aún llorando.

—No tenemos salvación Liam y me niego a vivir en un mundo donde no estes tú. —Sabía que era egoísta; que Henry y Lucia la necesitaban, pero también sabía que nada sería lo mismo si alguno de ellos muriera, el dolor sería insoportable...y ninguno de los niños se merecía eso; ya habían sufrido demasiado.

Liam apretó los dientes.

—No solo somos nosotros, lo sabes.

—Precisamente por eso lo digo; amo a Henry y a Lucia, pero sé que si alguno de nosotros muere, la persona que quedara será una sombra de lo que fue, ellos ya han visto y sufrido por nuestra culpa y no podría vivir sabiendo el daño irreparable que podría hacerles con mi dolor.

—¡Van a sufrir más si nos pierden a ambos!

—Ya no están solos.

Liam sentía una opresión en el pecho al escucharla, abandonando la esperanza, a sus hijos, a su vida.

—Entonces nos sacaré a ambos. —Con dificultad y sin dejar espacio a réplicas, el hombre se levantó y comenzó a buscar una manera de salir; se lo debía a él, a la mujer que amaba y a su familia entera. Ya no sería cobarde...no la dejaría ir.

Mientras Liam buscaba una salida entre el fuego, Amelia veía al suelo, pero hubo un momento en el que ambos volvieron a conectar miradas y fue cuando ocurrió.

El dolor era insoportable, las voces no dejaban de oírse.

"Nuestro amor es imposible, Mika"

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