VII: Como si fueran hermanos

103 30 73
                                    


Después de despedirse de Keith y apartar a Henry de Storm, los Dagger fueron capaces de irse a casa, con la promesa de regresar otro día con el permiso de Rebecca

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de despedirse de Keith y apartar a Henry de Storm, los Dagger fueron capaces de irse a casa, con la promesa de regresar otro día con el permiso de Rebecca. El camino fue silencioso hasta que Ambrose no pudo resistirse a hacer la pregunta que estaba atascada en garganta desde que se enteró que tenía un nieto.

—¿Tu padre...—comenzó, pero un frenazo que dio Roland hizo que no completara la pregunta. Ambrose volteo a ver a su hijo, pero él solo siguió viendo al frente.

—El señor John no vino con nosotros —Después de escuchar a Henry, ninguno de los dos hombres dijo nada, pero la tensión era palpable, después de todo ¿Qué podría haber hecho ese tipo para que Henry no lo reconociera como su padre?

Henry espero a que le contestaran, pero Roland, previendo otra imprudencia de su padre puso la radio y comenzó a cantar, logrando desviar la atención de momento.

Henry espero a que le contestaran, pero Roland, previendo otra imprudencia de su padre puso la radio y comenzó a cantar, logrando desviar la atención de momento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Liam estaba estresado, como ya era costumbre. Su hija seguía sin querer dormir y lo único que parecía hacerla feliz era estar en la calle caminando en brazos de su padre.

—No serás su hija, pero como te pareces a Mía —murmuró Liam mientras seguía caminando por el barrio, con una Lucia envuelta en miles de mantas—, a ella tampoco le gustaba estar entre cuatro paredes.

La bebe solo soltó una risita, como burlándose de su padre.

—Y también ambas se ríen de mi desgracia —suspiró—, pero...al igual que Amelia, no puedo estar enojado contigo, mi pequeño amor —la arrulló.

Liam estaba consiente, más que cualquiera, que Lucia no era hija de Amelia, pero su mente y su corazón estaban aliados para jugarle una mala pasada, él jamás pudo olvidarla y aún cuando proclamó su odio a los cuatro vientos, nunca pudo odiarla, la amaba demasiado para ello.

Padre e hija siguieron paseando y estaban por dar la tercera vuelta cuando el auto de los Dagger aparcaba frente a la casa y de el salían Roland, Ambrose y un niño que él no conocía hasta que su mente hizo "clic"

"Es el hijo de Amelia" pensó con amargura, aunque era consiente de que el niño no tenía la culpa de nada "estoy siendo demasiado infantil". Quiso dar media vuelta y evitarlos, pero ellos ya lo habían visto.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora