—Es horrible lo que está pasando y te entiendo en sentido de que tengo una hermana pequeña y me muero si algo le llega a pasar—toma un mechón de mi pelo—. Le regalé un llavero de seguridad y un gas pimienta. Tengo su teléfono rastreado con el GPS, sé que parezco un acosador, pero no quiero que nada malo le pase y es horrible que las mujeres no puedan caminar segura.

Abracé con fuerza Harry y él me dio un beso en la sien.

—Eres un gran hermano.

—¿Sí? Porque mi hermanita dijo que era un loco chiflado y me tiro el gas pimienta por la cabeza hasta que tuve que contarle lo que está sucediendo donde creo que recapacito un poco—acaricio mi mejilla con cuidado—. Solo tiene quince años, pero tiene que comprender lo peligroso que es este mundo.

—Si—susurre—. Será mejor que vayamos a dormir, estoy algo cansada.

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—Me encanta cómo hueles —le dije en voz baja, acariciándolo con la nariz. Era cálido, y su cuerpo era sensual y duro.

Soltó un gruñido.

—Joder, qué dura se me ha puesto —dijo con los labios pegados a mi oreja. Me mordió el lóbulo, castigándome por su deseo con un pequeño mordisco.

—Y yo estoy muy húmeda —respondí con un susurro.

—¡Mierda! Eso fue tan sexy. Tú eres tan sexy, bonita, aún no puedo creer que seas mi novia, digo tú eres super guapa y eres... Tan increíble—dice con voz ronca y diría que embobado porque me mira fijamente.

Le di un empujón para que saliera encima de mí. Harry se sentó en la cama y me senté a horcajadas sobre él. Deslice las manos por sus anchas espaldas, sintiendo la calidez de su cuerpo a través del algodón de la camiseta. Él posó las manos en mis caderas, quemándome la piel.

—Tú también eres muy guapo y sexy, Harry las mujeres te comen con la mirada —susurré.

Él levantó la vista hacia mí, Harry se pasó la lengua por su labio inferior muy despacio.

—Para mí eres la mujer más bonita que he visto.

—Te gusta que tenga carácter. ¿Eso te calienta, Harry? —Pregunté con una sonrisa en mis labios.

—Si, y te deseo demasiado—comenta con una sonrisa traviesa, deslizando las manos hasta rodearme las nalgas y apremiarme contra su erección.

Y sus manos comenzaron a deslizar mis bragas dónde levante un poco mi trasero para que pudiera sacarla. Mis labios de mi sexo, abiertos por la separación de mis muslos, acogieron su verga. Mi clítoris se apretaba contra aquella dureza y moví las caderas con una exclamación de placer.

—¡Mierda! Joder, eres tan sexy que siento que me podría morir—dijo con la respiración entrecortada—. Me estás castigando mujer. Voy a morir, estoy en el paraíso—bromeó, dándome pequeños besos en los cuellos.

Le cogí el miembro, duro y grueso, y se lo acaricié. Se tensó en la palma de mi mano, lleno de vitalidad e impaciencia. Harry separó los labios, de una forma tan sexy que me hizo soltar un pequeño gemido.

—Estás pensando en mí, por eso se te ha puesto dura—comentó con diversión.

Llevé las manos atrás, lo agarré de las muñecas y le alcé el brazo izquierdo para colocarlo sobre el respaldo de la cama.

—Si, solo tienes que mirarte al espejo, Mariel. Estás buenísima y muchas veces he querido follarte en la oficina mientras este nuestros compañeros afuera—el otro brazo se lo puse en el regazo—. ¡Dios! Tu pelo me encanta.

Hermosa DestrucciónWhere stories live. Discover now