Perspectiva

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No pudo dormir.

Después del suceso que pasó aquella noche, acostarse en la cama era lo último que deseaba hacer. Necesitaba hablar con ella. Aclarar muchas cosas que tenía en mente. ¿Cuándo fue que ella empezó a sentir esos sentimientos por él? ¿Por qué nunca se lo dijo? ¿Hizo algo que detonara tal situación que la forzó a actuar así? Quería disculparse con ella por ello. Lo que menos quería era hacerla sentir incomoda o acorralada.

Pasó su mano por su boca. El sabor dulce de ella y el olor que siguió en su memoria le removieron por dentro. Entrecerró los ojos y sintió sus mejillas arder, abrumado por nuevas emociones que despertaba en él. Se movió inquieto entre las sábanas y mirando hacia la ventana abierta, que alumbraba hacia el interior con una luz blanca.

Se imaginaba que ella no había corrido, sino que estaba afuera, esperando a que él se durmiese para después asaltar su cama y acorralarlo como siempre lo hacía. Ponerlo incomodo y juguetear con él hasta sacarlo de sus casillas y casi hacer algo que no debería.

Ahora que lo pensaba, ella realmente hacía cosas poco comunes para llamar su atención. Bueno... todo lo referente a ella era poco común. Pero si recordaba bien, haciendo mente fría a las cosas, ella hizo siempre cosas muy íntimas con él. Casi rallando a lo obsceno. ¿Esas no eran las pistas suficientes para saber que ella siempre tuvo sentimientos por él?

No estaba seguro al principio. En lo que siempre tuvo de memoria, Grimm era alguien así. Juguetona, altiva, teatral y atrevida. Todo con ella siempre eran emociones fuertes y explosivas. Pero nunca se le ocurrió que fuesen indicios de enamoramiento. Nunca dijo nada porque, por su cabeza inocente, era la forma en que ella se expresaba con él para aliviar asperezas del día. Que siempre le fuese bien al final de cada cansino día de trabajo.

Jamás pasó por su cabeza que fuesen más que solo cosas para divertirse. Y suponía que era porque nunca se había molestado a hablar con ella y de sus sentimientos.

Joder, que ella siempre hablaba con tal de que él se expresase. Soltar todo lo que llevaba dentro y esperar a que se sintiese mejor. ¿Pero él? ¿Qué había hecho para saber algo de ella aparte de ser buenos amigos? No recordaba la última vez que ella habló sobre sus sentimientos. Si estaba bien del todo, si algo le molestase. Lo hacía de vez en cuando. Si. Pero nunca profundizando si era lo que realmente sentía.

Pasó su mano por su cara, diciéndose a sí mismo lo idiota que fue.

Ahora no solo descubrió que Grimm estaba enamorada de él, sino que también fue desde hace mucho y que lo único que había hecho en todo este tiempo por ella era solo soltarse emocionalmente como una damisela en apuros.

Golpeó la cama con su puño. Frustrado por la revelación de los acontecimientos. Haría algo al respecto sí o sí. ¿Qué cosa? No lo sabía aún. Era un tema nuevo para él.

¿Debería pedir consejos? Talvez alguien del castillo pudiera tenderle una mano.

A la mañana siguiente, con ojeras bien marcadas, caminaba hacia el comedor para tomar el desayuno. No pudiendo dormir al darle vueltas varias veces a lo que pasó esa misma noche.

Se sentó con sus hermanos. El sonido de los cubiertos y las pláticas le sonaron lejanos mientras agarraba una caja de cereal y lo vertía en el plato. Masticó con desinterés, aun con la boca llena, masticando con sueño.

-Hollow, la compostura – dijo su padre. El rey recibió una colleja por parte de su esposa.

-¿No vez que tuvo una mala noche? – le tendió un fruto partido. Olía cítrico. Fresco a su sentido del olfato. Lo tomó y se lo llevó a la boca sin pensar. – ¿Quieres que te haga un café para que te despiertes?

El Príncipe y la BrujaKde žijí příběhy. Začni objevovat