Capítulo 44: Decisiones que Tomar.

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Nerviosa.

Mientras avanzaba por los pasillos de la mansión negra, podía sentir mi corazón bombear de forma desenfrenada.

El despacho de Azmerel parecía quedar cada vez más lejos.

Como alma que llevaba el diablo, trataba de pensar en una solución coherente.

Después de la sorpresiva aparición de Seren en La Corte, la noche se había vuelto por demás larga.

Luego de sacar a Seren con al menos la mitad del ejército negro de mi habitación, la puerta de esta fue cerrada y vigilada por cinco guardias, que me impedian salir.

Y con el gran mago de la torre siendo llevado a la fuerza hacia un calabozo a la espera del amanecer, no pude pegar un ojo.

Supuse que Azmerel y Lumine tampoco, aún más con las alarmas de La Corte que estaba segura, habían resonado por cada una de las casas regentes.

<<¡Maldición, Seren!>>

Por algún motivo, tenia la molesta costumbre de hacer entradas demasiado llamativas.

Supe al oír toda la mansión revolucionada, con sus pasos resonando por todo el lugar, que los problemas estarían aquí dentro de poco.

Y aunque quise tratar de explicar todo, nadie pareció querer oírme.

Intente hablar con Lumine y Azmerel, explicarles quien es Seren y que era lo que hacía aquí.

Aunque yo en realidad, no lo sabia.

Aun así, no importo. Ellos solo dijieron que me mantendrían segura en mi habitación, que ellos se encargarían de todo.

Pude oír un "Borren al mago" y "No volverá a ver la luz del sol"

Pero luego de eso, se marcharon.

Yo solo espere sentada en la puerta, mientras rezaba que Seren estuviera vivo al amanecer.

Por ello, apenas Beth habia traído el desayuno, aproveche para correr hacia el despacho de Azmerel.

Esperaba llegar a tiempo.

Pero tenía que ponerme firme. No preguntaría como logro entrar a La Corte, mucho menos cuanto tiempo le tomo y que clase de cosas hizo para poder hacerlo.

Sabia que me lo diría de preguntarlo, pero habia una realidad.

<<No quiero saberlo.>>

Me concentraria en lo importante.

Salvar su jodido pellejo.

Lo cual por cierto, era imposible.

Estaba segura de haber vivido la misma situación un par de veces antes.

Y la inigualable tensión que inundaba el aire, no era nueva para mí.

Pero vaya que no podía acostumbrarme a ella.

Estaba nerviosa, y cuanto más lo pensaba, más motivos había para encontrarme así.

Pero algo dentro de mi no dejaba de molestarme.

Apenas alce la vista pude vislumbrar una figura familia que se dirigía al mismo sitio que yo.

—¡Asmed!—Grite. Este se paro en seco y dio media vuelta.

Avance más rápidamente hacia el.

—¡Tienes que ayudar...—El alzo la mano para que guardará silencio.

Me detuve de golpe frente a él.

—No quiero oírlo.—Sentenció.—No lo haré.

Observe bien su rostro, parecía serio.

¡Salvare a la Rosa de Marchitarse!Where stories live. Discover now