26. Situación de alerta

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El otro capi corto que lesdebía! espero que les guste

En el auto llamé a Daniel, avisándole que nos dé alcance urgente. Dejé el auto en la calle, estaba a una distancia perfecta para teletransportarme, luego me acordé de Ian, lo tuve que ayudar a salir del auto.

—Déjame aquí y ve—me pidió, dejándose caer en la vereda.

Lo primero que hice fue correr al segundo piso, a la habitación de Nicky, gritando su nombre. La cama estaba destendida y vacía.

—¡Papá! —bajé las gradas gritando.

Ian ya había llegado hasta la entrada y se sostenía contra el marco de la puerta.

—Nicky no está—le dije tratando de controlarme. Había perdido a mi bebé, todo por un descuido. Había caído fácilmente en una trampa.

—¿Sophie? —mi papá se asomó desde la sala, lucía cansado y ojeroso.

—¡Papá! ¿Qué pasó? ¡¿Dónde está Nicky?!

—Comiendo cereal frente a la televisión.

—¿Estás seguro?

—Muy seguro...

Corrí a la sala donde papá jugaba videojuegos, un cuarto exclusivo para ello, con una pantalla enorme y sonido envolvente; tal como me había dicho, Nicky comía un plato de cereal mientras veía una caricatura. Tuve que abrazarlo muy fuerte para asegurarme que era real y todo lo ocurrido solo un susto.

—Mamá ya déjame, no respiro—se quejó, separándose a la fuerza de mí.—¿Mi papá ya está aquí?—cambió su estado a uno de emoción y corrió fuera, encontrándolo en la entrada. Ian apenas se levantaba del suelo cuando nuestro hijo corrió a tumbarlo de nuevo.

—¡Quiero mostrarte mi habitación y mi moto! ¿viste a Aaron el ente? Es grande y quiero un gato como Ash.

—Nicky, ¡bájate!—tuve que correr a levantarlo, Ian no lucía bien. Mi papá lo ayudó a incorporarse y lo llevó hasta el sillón.

—Nicky está bien... solo fue una falsa alarma. Siempre me da sustos así, ¿a ti no? se pierde de la nada—le pregunté, sintiéndome un poco tonta por todo el alarmismo.

—No, nunca—Ian respondió pensativo.

—Bueno... siempre es una exageración, como mucho se me perdió dos... o tres veces...—dije con una sonrisa nerviosa, e Ian no cambió su expresión—. Bueno, está claro quiénes son los padres perfectos—dije entre dientes—. Espera, ¿dónde está Alice? ¿Se fue?

—A tu amiga te la olvidaste anoche—me dijo papá—. Y no, no se fue.

—¡Aquí estoy! —escuché un grito proveniente del comedor. Me dirigí ahí. La mesa estaba llena de papeles, tres pantallas encendidas y Alice sentada, bebiendo tranquila de una copa de vino mientras miraba la pantalla de la computadora y su gato jugaba con una lapicera a sus pies..

—Alice, lo siento, con todo lo que pasó, me olvidé—traté de disculparme, esperando que no se hubiese dado cuenta de toda la especulación que armé a su alrededor.

—Claro, solo arriesgué mi vida para traerte a tu novio y te olvidas de mi existencia—dijo con esa mirada llena de furia que le había visto antes; de golpe se desvaneció y fue reemplazada por una sonrisa encantadora—. Es broma, por supuesto estabas ocupada con Ian. Yo estoy bien y no maté a tu padre y secuestré a tu hijo como seguro pensaste que iba a hacer—añadió, de nuevo con la sonrisa.—Nicolás, ya terminé la proyección de venta del próximo mes ¿te lo mando?—le preguntó a mi papá que apreció detrás de mí con dos tazas de café, una se la extendió a Alice.

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