Capítulo 35

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La cena había transcurrido con normalidad, todo estaba delicioso. Pavo, patatas, verduras y mucho vino. Ninguno de los cuatro bebió una gota de alcohol.

Nos sentaron en frente del Rey, pero en otra mesa distinta, algo que, sin duda, agradecimos. Los cortesanos no nos miraron mucho, cosa que también agradecimos. Las mujeres que había en el salón, iban vestidas como nosotras, en tonos azules, rojos y azules cobalto. Los hombres, casi todos vestidos como Cole, menos el hombre que estaba sentado a la derecha de Alexander.

En ese momento, el Rey, se levantó de su silla y chocó con un tenedor la copa de cristal, con delicadeza.

–– Brindemos por las amistades, por los amigos de otras Tierras –– alzó la copa mirando hacia Hunter ––. Brindemos por el Rey de La Gran Isla.

Me estiré un poco hacia atrás, pegándome al respaldo de la silla, ya que Mary estaba sentada a su lado. Hunter seguía con el rostro inexpresivo, aunque se le veía relajado. Agarró su copa, se levantó de la silla y la alzó.

–– Brindemos por las amistades, la paz y el vino –– la última palabra la dijo con una amplia sonrisa y más énfasis, después, se sentó con el mismo rostro de antes.

–– ¿El vino? –– preguntó en voz baja, Mary.

Hunter se encogió de hombros.

–– No se me ocurría nada más.

Alexander dejó su copa encima de la mesa y la rodeó, caminando hacia nosotros, con la mirada fija en Mary.

–– Mierda –– susurró ella.

Cuando llegó a nuestra altura, le tendió la mano a Mary.

–– Es hora de que la fiesta comience de verdad –– dijo elevando la voz ––. Mary, belleza salvaje, ¿bailas?

La espalda de Mary se tensó, apenas duró unos segundos, le agarró la mano con una sonrisa lobuna.

–– Claro, Alexander, será un placer –– su voz sonó decidida. Mary no le tenía miedo a nada ni a nadie. Ella era puro poder.

El Rey giró la cabeza hacia Hunter.

–– Me encantaría bailar con todas tus bellezas.

Hunter se rascó la barba, también arreglada y más corta que la de Alexander.

–– No somos buenos bailarines, bailar se nos da bastante mal –– contestó con calma.

Alexander se echó a reír, otra risa de verdad. Eso era algo que no conseguía entender, parecía que verdaderamente se lo estaba pasando bien.

Mary dio la vuelta a la mesa y esperó al lado de Alexander.

–– No te preocupes por eso, Hunter –– dijo en voz baja ––. Esta sala está hechizada para que todos bailen bien, se lo pasen todavía mejor, y me den un buen espectáculo –– le guiñó un ojo y se marchó con Mary hacia donde estaba la zona de baile, más gente estaba esperando allí.

Hunter se echó hacia atrás, pegándose al respaldo.

–– Joder –– susurró, cerrando los ojos.

La música comenzó a sonar y yo sentí muchísimas ganas de bailar, de moverme y de pasarlo bien. Mi mente se puso en alerta, pero mi cuerpo solo quería salir a bailar.

–– ¿Por qué tengo tantas ganas de bailar si odio hacerlo? –– preguntó Brooke. Tenía ambas manos sujetando la mesa, los nudillos blancos por el esfuerzo.

–– Mierda, yo también y soy muy penoso bailando –– dijo Cole sujetándose a la silla.

Hunter se giró hacia nosotros, sin rastro de preocupación en su rastro.

El Guardián de la luzTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon