Capítulo 10

613 144 26
                                    

Arden

Hace mucho que no sabía lo que era la ansiedad, creía haber borrado de mi vocabulario esa palabra y su significado, pero hoy, en esta maldita espera, en esta jodida incertidumbre, vuelvo a sentirla.

Doy una última calada a mi cigarro, el humo se expande en el aire como una neblina blanca en medio de la noche, acto seguido enciendo otro, entre más miro el reloj más despacio pasa el tiempo.

— Dónde estás Hazel?

No debí enviarla con James, sabiendo lo que había pasado, aún así lo hice, pensé que no me afectaría, creí que no importaba, pero por más que trato no dejo de querer saber lo que está sucediendo. Lebrun está inquieto de un lado a otro, lo conozco tanto que sé que está irritable, hoy no es de sus mejores días y cualquier cosa por pequeña que sea puede desencadenar su furia.

La silueta de James se adentra en la entrada de la casa, pero mis ojos buscan algo que no encuentran, ella no viene con él. El rubio viene a pasos acelerados, su cara refleja un tono de preocupación que  se mezcla en el ambiente junto con mi ansiedad y crean un vínculo de tensión inexplicable.

— Dónde está Hazel? —pregunto exasperado

No responde y me pone más nervioso de lo que estoy, tensa su cabello hacia atrás, en su mano noto algunas gotas de sangre, enseguida mi imaginación vuela y teme lo peor, lo agarro por el cuello llevándolo contra la pared.

— Qué le hiciste hijo de puta?

Sostiene mi cuello con la misma intensidad que lo hago, Lebrun empieza a descontrolarse gruñendo fuerte muy cerca de James, aprieto más mi agarre hasta que:

— Está en la estación de policía —suelta —el oficial Conan se la llevó, la reconocieron en la encomienda con Shelley, la muerte de la chica esa: Astrid Lindsey, a salido en todos los periódicos y televisoras del estado —explica acorralado —era la jodida hija de un senador, su cara fue reconocida junto con la de la peli roja, investigué y no era un trabajo, era un capricho personal de Shelley

Mierda, mierda, mierda

Esa pirómana de los cojones y su afán de saltarse las reglas, ya me encargaré de ella más tarde. Suelto al chico cargando con la rabia hacia mi habitación, Lebrun me sigue cuidadosamente, tomo algunos documentos que pueden hacerme falta, toco en la habitación de mi hermano, tras unos minutos sale agitado y puedo imaginar por qué ya que Harriet está sentada en ropa interior en una esquina de la cama.

— Haz está detenida, te espero en cinco minutos abajo —el asienta y en menos de los cinco minutos estamos los cuatro en el auto  rumbo a la estación de policía

.....

Hazel

No voy a llorar, tengo que ser fuerte

Me repito una y otra vez, la mirada acusadora del oficial me tiene amedrentada, aunque no sacará ninguna información de mi, aún así no deja de intimidarme.

— No voy a repetir la pregunta; Qué hacías a fueras de la discoteca con la señorita Astrid Lindsey? —interroga furioso

— Ya le dije que sólo la acompañé porque se sentía mal —intento estar calmada y sonar sincera

— Por qué será que no te creo? —camina de un lado a otro logrando que mi nerviosismo aumente —Qué hacía contigo la señorita Shelley.... —busca en las hojas que tiene sobre la mesa —Person, la señorita Shelley Person?

— Ella estaba conmigo esa noche entre las dos la ayudamos

— Qué más pasó?

— Ya se lo dije mil veces, llegaron sus amigas y se la llevaron —está colmando mi paciencia

Los Lobos de Needville © Where stories live. Discover now