Capítulo 22

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Coraline no sabía en qué tiempo estaba ni cómo había llegado allí

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Coraline no sabía en qué tiempo estaba ni cómo había llegado allí. La magia pudo ser la respuesta, sí, pero no estaba segura de estar atrapada en el tiempo o en una ilusión. El bosque se veía similar a el que descansaba detrás del Palacio Rosa, sin embargo, allí había una cabaña de madera mediana de un solo piso. Los tres entraron y ella se sentó en un banco de roble.

El carpintero sollozaba mientras su hijo descansaba tirado sobre pieles en el suelo.

—¿Qué síntomas presenta? —preguntó Beldam poniéndose de cuclillas para revisar al chico.

—Señorita, lleva mucho tiempo con resfriado y últimamente sufrió dolores en la espalda, en la garganta y los demás músculos. Ayer se durmió y ya no despierta —explicó el hombre y pronto su lamento inundó la sala.

—Tranquilicese, por favor —dijo la bruja.

Beldam puso su mano sobre la cabeza del muchacho y una luz verde brotó de ella. La bruja recitó lo que parecían plegarias en un idioma desconocido y la luz se esparció por el cuerpo del enfermo. 

—Su cuerpo se ha debilitado pero con descanso estará bien.

El hombre se arrodilló frente a la bruja y le entregó una pequeña bolsa.

—Señorita Beldam, por favor, acepte estas monedas de cobre, es lo único que tengo. Los guardias del Rey han estado merodeando el pueblo así que los comerciantes evitan cruzar por aquí… usted sabe que la capital está lejos y muchos vienen de forma deshonesta.

Beldam miró al hombre, y el hombre apenado subió el rostro. Ella no tomó la bolsa.

—Sé que la situación es difícil, mejor gaste el dinero en mantas y alimento. El invierno este año será duro. Y por favor levántese, solo soy una mensajera que hace de manos y pies a uno de los dioses, no soy quién para que se arrodille ante mí.

Coraline estaba atenta con las manos bajo el abrigo soso de Charlie. Aquella erudita benevolente no se parecía a la bruja malévola que moraba tras la puerta secreta.

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—¿Cómo hizo eso? —preguntó Coraline rato después que el hombre y su prole se marcharan.

Beldam estaba de pie en su pequeña cocina buscando una cacerola y vertiendo agua con especias en ella. Luego colocó leña bajo la parrilla, de su dedo salió fuego e incendió el fogón.

—¿Y cómo hizo eso otro? —insistió Coraline boquiabierta, al ver que el dedo de la bruja seguía en llamas.

—La sanación es producto de pactos con espíritus y esto —señaló su dedo—, es mi propia energía.

Coraline lo sabía, el gato le había dado un curso instructivo de magia y le había enseñado las cosas que necesitaba de Beldam, incluso el cómo terminó convirtiéndose en un monstruo.

Coraline 2: El secreto de la Otra Madre  | FANFIC COMPLETO |Where stories live. Discover now