CAPÍTULO DOS

9.3K 408 77
                                    


¿Me escuchas, Julie? —dice.

El océano se disuelve y oigo su voz más claramente.

¿Estás ahí?

Pestañeo para quitarme las gotas de lluvia de los ojos. He debido de reproducir alguno de sus mensajes por error. Aunque creía que los había borrado esta mañana.

Si me escuchas, di algo. Para saber que eres tú...

No recuerdo que nunca me haya dicho eso. Debe de ser otro. Tal vez me haya dado un golpe en la cabeza y me esté imaginando cosas. Se me nubla la vista, por lo que vuelvo a cerrar los ojos para que los árboles dejen de dar vueltas. No sé si la voz proviene del aparato o de mi cabeza, pero respondo de todas formas.

¿Sam?

El bosque se queda en silencio. Por un momento, me da la impresión de que se ha ido. Que nunca ha estado allí. Sin embargo, escucho una respiración que no es la mía.

Hola —murmura con tono de alivio—. Pensaba que se había cortado.

Abro los ojos y veo un fragmento del mundo. Debido al frío, me siento demasiado entumecida como para ver hacia qué lado está el cielo. Trato de recuperar algo de cordura, pero no la encuentro.

¿Sam? —repito.

—¿Me escuchas bien? No sabía si esto iba a funcionar.

—¿Qué pasa?

—No sabía si me volverías a llamar —explica, como si esto fuera de lo más normal. Como si retomáramos una conversación que hubiésemos dejado ayer a medias—. Te he echado de menos. Hasta el infinito.

No soy capaz de pensar con claridad. No entiendo nada.

—¿Tú también me has echado de menos?

Empiezo a asimilarlo todo; su voz, tan familiar; la lluvia contra mi piel; la sensación de hundirme en la tierra; el mareo repentino; y trato de buscarle la lógica a lo que está sucediendo. Por muy extraño que parezca, soy incapaz de reprimir la pregunta:

—¿Eres... tú de verdad, Sam?

—Sí, soy yo —responde, y se ríe un poco—. Pensé que jamás volvería a escucharte. Que tal vez te habías olvidado de mí.

—¿Cómo es posible que estemos hablando?

—Me has llamado y yo he respondido. Como siempre —explica con un tono de voz tan calmado como el agua.

«Siempre».

—No lo entiendo. ¿Cómo es posible?

La línea se queda en silencio. Las gotas de lluvia resbalan por mi piel como si fuesen sudor. Sam tarda un poco en contestar.

—Si te soy sincero, Julie, yo tampoco lo entiendo —admite—. No sé cómo es posible. Pero soy yo, de verdad. ¿Me crees?

—Te creo —atino a decir.

Decido seguirle el rollo y dejar que su voz me cobije como un paraguas, a pesar de que no puede ser real. Siento que voy perdiendo la razón y que me voy hundiendo más en la tierra a la vez que me aferro a la voz de Sam como si se tratara de un salvavidas. A pesar de no saber de dónde procede. Quiero que sea él, pero no es posible. Más bien, todo lo contrario. Y es entonces cuando caigo.

—Estoy soñando...

—No es un sueño —afirma Sam, y su voz se extiende por el bosque—. Te lo prometo.

—Entonces, ¿cómo estamos hablando?

—Como siempre. Por teléfono.

—Pero Sam, sigo sin... —empiezo a decir.

Has llamado a Sam *primeros capítulos* (¡YA EN LIBRERÍAS!)Where stories live. Discover now