Mahidevram: Un nuevo camino

Otra Oportunidad

Palacio Topkapi 1520.
Narra autor.
El tiempo en el Palacio iba pasando, para algunos rápido y para otros muy lento, en el aire se sentía el odio, la tristeza y el rencor.
Mahidevram visitaba al Sultán solo los jueves santo como dicta la tradición ya que ella aún era la esposa principal,pero  por cuanto tiempo aún no se sabe.
Mientras Hurrem disfruta de los regalos que su Majestad le da, pero su relación con la madre sultana no es tan buena  como ella espera que sea, en el fondo ella desea tener la misma relación que tiene Mahidevram y la sultana, sin saber que está solo usa y miente a la castaña. Desea cada día que pase que quede embarazada de un príncipe ya que así ella se convertirá en sultana y nadie jamás va a poder decir que hacer o que decir, le ruega a su Dios que le dé un hijo.
Hatice y Mahidevram disfrutaban de su compañía mutuamente, salían todos los días a caminar por el jardín y veían a Mustafa entrenar y admiraban como aprendía tan rápido, Mahidevram y Mustafa estaban muy unidos, está le enseñaba todo lo que sabía, lenguas, matemáticas, un poco de ciencias y este muy maravillado escuchaba atentamente todo lo que decía su madre y grababa cada palabra en su pequeña cabeza.
Suleiman por otra parte está dividido por dos amores, no sabe a cual escojer, está metido entre una encrucijada. Ama a Mahidevram, ella es su rosa, su primavera, la calidez de su vida, la que le da el aire para respirar pero después está Hurrem, su fuego, su pasión lo quema y lo deja incapaz de respirar bien, ama a ambas pero por distintas razones.
La sultana madre quiere sacar a la pelirroja de la vida de su hijo, desea en lo más profundo de su corazón que Suleiman la saqué de su vida así como lo hizo con Gulfem, cada día que pase teme que está quedé embarazada, está no es una mujer cualquiera, está ansía poder y derramará sangre si es necesario, lo puede ver en los ojos de la pelirroja, hace todo lo posible por hacer entrar a otra concubina en su cama pero este la rechaza, a las únicas que deja  que entre son Mahidevram y Hurrem. Solo espera que Mahidevram le de un hijo pronto a su león así se calmará un poco las cosas en el harem.

Mahidevram.
Caminaba y caminaba, estaba muy inquieta, sentía que algo estaba por pasar pero no sabía que, cada vello de su cuerpo estaba erizado y no sabía a qué se debía, solo esperaba que no sea algo malo.

- Mí sultana, se siente bien, ya me estoy mareando de tantas vueltas que está dando. Dice Gülsah.

- Estoy bien, solo que algo está por pasar, solo espero que no le pase algo a mí león. Digo preocupaba.

- Que Allah no lo quiera mí sultana. Ahora Gülsah comienza a caminar también, solo me detengo y decido salir un poco, no voy a resolver nada quedándome en la habitación.
Salgo y mis criadas me siguen, pasamos por el harem y me hacen reverencia, Hurrem se detiene enfrente de mí y ni caso hago, solo sigo mí camino no quiero perder mí tiempo con esa, mientras que la pelirroja enojada va a sus aposentos ya que no consiguió enojar a la sultana.
Cuando llegaron al jardín sintió que por fin pudo respirar, dentro del palacio sentía que se ahogaba, tener que fingir constantemente, con cada criada, sultanas y inclusive con el Sultán, con él cuál ella pensaba que podía ser ella misma, pero ahora se da cuánta que casi nunca pudo ser ella misma cuando estaba con el Sultán, siempre tuvo que ocultar sus sentimientos, si estaba enojada ponía una sonrisa en su cara, si sentía triste lloraba a escondidas, no quería parecer débil frente a las demás concubinas, sabía que ellas hablaban a sus espaldas, decían en los pasillos de el harem que es posible que Hurrem me quite el lugar, cómo se atreven esas sinvergüenzas.
Caminaba por el lugar hasta que me detuve frente un hermoso rosal tan rojo como la sangre, me acercó y tomó una y en el proceso las espinas de la rosa me pincharon la piel, Gülsah lo vió y rápidamente ayudo a limpiarlo y mando a las criadas traer vendas y tónicos para desinfectar, quedé mirando la herida.