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Narrador;

El día había pasado bastante rápido, cosa que Greco agradecía y maldecia a su vez, los nervios lo estaban traicionando de una manera inexplicable. El de barba aún no podía creer que tendría una cita con el rubio ojiazul más bonito que había visto en su vida.

Gustabo estaba afuera de comisaría esperando tranquilamente al mayor, no iba a mentir. También estaba nervioso pero lo ocultaba un poco. La puerta principal de la comisaría se abrió y de adentro salió Rodríguez sonriendo tímidamente al ver a Gustabo frente a él.

— Vamos — Habló el rubio sonriendo en grande mientras se acercaba al mayor y le tomaba la mano con tranquilidad haciendo que el contrario suelte una leve risa nervioso y sonría en grande.

— ¿Vamos a ir caminando? — Preguntó el mayor mientras caminaban alejándose de comisaría. La noche estaba bonita.

— Claro, la noche está perfecta para caminar. — Gustabo se apego más al contrario haciendo que este lo mire fijamente sin dejar de sonreír.

— Perfecta es tu sonrisa y perfecto eres tú. — Habló Greco sonriendo más al ver cómo las mejillas del menor se ponían de un leve color rojo.

— Calla que me pongo como un tomate. — Gustabo empezó a caminar más rápido haciendo notar su nerviosismo y timidez, el menor no imagino que el de barba sería capaz de tirarle un piropo así porque si.

— Tomate bonito. — Rodríguez soltó una leve risa y suspiro al sentir un golpe en su brazo. — No me pegues. — Pidió riendo.

— Que le pegue dice. — La risa del rubio hizo que el mayor sonriera mirándolo fijamente. — Vamos, el lugar de la cita está a la vuelta. — Habló jalandolo del brazo para llegar más rápido.

Greco miro a su alrededor, de estar mirando tanto al rubio, no se había dado cuenta que habían llegado a una villa con hermosas casas. No vio ningún restaurante cerca por lo que frunció su entrecejo algo confundido.

— Llegamos. — La voz del ojiazul hizo que Greco lo mirara y luego volviera a mirar a su alrededor, pero siguió sin ver algún local de comida o algo parecido.

— ¿Llegamos? — Preguntó confundido el mayor y miro al más bajo de estatura acercarse a la puerta de una casa para luego sacar unas llaves de su bolsillo del pantalón.

— Exacto, llegamos. — Dijo el menor abriendo la puerta y se hizo a un lado para dejar pasar al mayor quien entró mirando todo a su alrededor.

La casa estaba bastante linda y limpia. He incluso más limpia que la propia casa de Greco. No hacía falta prender las luces ya que los grandes ventanales hacían que las luces de la calle entrara a la casa y se viera bastante iluminado.

— ¿Que película quieres ver? — Preguntó el rubio sonriendo mientras prendía la televisión.

— Humm, cualquiera. — Respondió el de barba acercándose al menor mientras seguía mirando el lugar. — ¿Es tu casa? — Preguntó ahora el mayor.

Gustabo soltó una leve risa y negó con la cabeza mientras seleccionaba una película cualquiera de Netflix.

— No. — Respondió el ojiazul mirando al mayor soltando una fuerte risa al ver su cara de pánico. — Tampoco me robe la casa, cálmate. — Habló divertido acercándose al contrario para tomarle la mano y sentarlo en el sofá. — Es una de las casa de Conway y tengo las llaves de repuesto. — Se sentó a un lado del mayor y apoyo su cabeza en el hombro de este.

Greco entro en pánico rápidamente. Estaba en la casa de su jefe, con el hijo de su jefe. Y si su jefe se enteraba de que estuvo en una cita con su hijo en su casa, seguramente lo mataría a porrazos. En ese momento el mayor empezó a rezar cada oración que se sabía. Llamenlo exagerado, pero Conway da miedo.

[•••]

La cita paso de ver películas a estar ambos abrazados en el patio mientras estaban acostados en el césped mirando el cielo. Ambos tranquilos, se sentían de alguna manera seguros con la compañía del otro. Sentían la paz de cada uno haciendo más íntimo el momento.

— ¿Me lees la notita? — Preguntó el menor sonriendo en grande mientras cerraba sus azulados ojos.

Greco asintió y quitó uno de sus brazo del cuerpo de Gustabo para luego sacar la notita que estaba doblada en su bolsillo del pantalón. Algo nervioso suspiro y sonrió para desdoblar el papel.

— Tu sonrisa me brinda paz siempre que la veo, tus pequeñas manos hacen que quiera tomarlas todo el tiempo. — Leyó el papel con calma mientras sus mejillas se iban poniendo rojas. — Tus ojos me recuerdan al cielo y al mar, ambas cosas verdaderamente hermosas al igual que tú. — Gustabo sonreía en grande mientras escuchaba las palabras que decía el mayor, sus mejillas estaba rojas y calientes a pesar del frío que hacía. —Tus rosados labios hacen que quiera besarlos en casa momento. Eres la perfección o almenos yo te veo la persona más perfecta de mi vida. — Terminó de leer y se quedó en silencio.

— Tus notitas me hacen feliz. — Habló el rubio levantando la cabeza para acercarse al rostro del mayor. Lo miro fijamente. Ambos nerviosos pero con una sonrisa boba unieron sus labios creando un suave beso. Las manos del ojiazul se apoyaron en el pecho del mayor haciendo que sienta como el corazón del contrario latía fuertemente por la emoción. Greco en ese momento conoció las famosas mariposas en su estómago al igual que Gustabo.

Ambos se separaron del beso y se miraron mientras sonreían. Había sudo una buena noche.

🐢

Ola buenas

𝐏𝐚𝐝𝐝𝐥𝐞𝐬; 𝐆𝐫𝐞𝐜𝐚𝐛𝐨Where stories live. Discover now