Parte 10

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Detective Arauz



La buscaqueda dio frutos el segundo día, habían peinado la zona todo el día buscando esa cabaña que nos habían informado echarle un vistazo, pero los bosques de Main eran enormes, espantosamente enorme, sin embargo los perros habían rastreado y encontrado por fin aquel lugar, en mis años de trabajo como detective habia visto o sentido nada igual, cada paso que daba acercandome a la oscura entrada de una maltrecha choza en medio del bosque, sentia una horrible energia en la espina dorsal, un pájaro dibujado con sangre resaltaba en la puerta de la deteriorada choza, eran un dibujo lineal, solo  el pecho del pájaro estaba pintado con sangre, un Petirrojo, sin duda era su firma.

Nada que hubiera dentro podia ser bueno, el olor invadio mis fozas nasales a metros de la entrada, no había duda que había un cadaver ahi.

El suelo era de tierra dentro de la choza, estaba tan ocuro que fácilmente podia estar dentro de un agujero negro, me congelé por unos segundos, mi mano dudó al encender mi linterna porque no estaba preparado para la escena horrenda con la que me topé, un paralelismo me regresó muchos años atras, era yo de cinco años, linterna en mano, temblando al mirar bajo mi cama, excepto que esta vez si encontré los restos de la atroz masacre de un monstruo.

Cinco sillas, en fila. Un cadáver sentado en cada silla,  obligados a permanecer mirando de cara a la puerta, al iluminarlos sus ojos vacios y putrefactos me devolvierron la mirada,  manos esposadas, como si estuviesen esperando a encarar al que por la puerta entrara, esperando a decir sorpresa, era una perturbadora sorpresa sin duda, él había cambiado su forma de atacar, su declive mental sin duda era notorio, estaba empeorando, estaba más perturbado que nunca, estaba llegando a su límite, el odio dentro de él debió estallar  porque esta escena era odio puro y deliberado.

Los cuerpos estaban mutilados, desgarrados como si una enorme bestia los hubiese arañado, eran apuñaladas por supuesto, pero metafóricamente era una bestia enorme el que había hecho esto, una bestia encerrada en esta pequeña choza con estos desafortunados hombres, una bestia llena de instinto asesino arañando, despedazando, rugiendo por salir, todo esto era simbólico, Si eso era Ariel sin duda. Una bestia enjaulada.

La puesta en escena era perfecta, Por la disposición en que los cadaveres estaban colocados daban la impresión de estar sentados esperando un juicio divino. Esperando a ser juzgados por sus pecados, no tenia necesidad de buscar sabía que iba a encontrar a estos hombres con alguna demanda en su contra, eran criminales por supuesto, todas las víctimas de Ariel lo eran.

Habrían de pasar años y esa nefasta escena jamas saldría del pozo de mis pupilas, se enterro en mi mente y me perseguiria cada noche en cada pesadilla, sus cuerpos o lo que quedaban de esos cuerpos, y esas miradas vacías.

Algunos cadaveres estaban en una avanzada descomposición pero otro aún tenía la sangre fresca que cubría todo su rostro, todo su cuerpo, rasgado con los profundos dientes de un cuchillo lleno de rabia, él había venido a visitar este espantoso lugar una y otra vez hasta tener su colección, supe que debía haber estado ahí recientemente, pero lo supe enseguida no solo por la evidencia. Sino por un duro repiqueteo constante me advertía que no debía ser hace mucho tiempo, como un reloj perpetuo las bolas metálicas que se empujaban entre sí, producían un eco espantoso que rompía el silencio de la oscuridad. Era un molesto sonido, casi sentia que lo dejaba para mi, como un recordatorio del paso del tiempo. Se burlaba de mi proque habían pasado años desde que comencé a perseguirlo, aunque eran siglos para mi.

No.

No solo para mi, para ellos también.

Los cadaveres que me miraban desde la muerte estaban esperando. sentados, a ser hayados , esperando a ser jusgados. y el castigo era de ellos y del que encontrara aquel diabolico juego.

Ariel había usado estos hombres como piezas de un horrible juego que sobrepasaba mi compresión.

Yo entiendo tu mensaje, Ariel. Lo hago, pero ¿hasta cuándo se detendrá? ¿Cuántos hombres más tienen que morir para saciar tu juego de venganza?

Lo sabía perfectamente, sabia su historial familiar, sus motivaciones, porsupeto que lo entendia porque me empape de su vida, me metí en su piel durante muchos años pensé como él y sabia perfetamente que nada lo retendria en este pueblo, el debía estar ya a miles de kilometros de aquí acechando a su siguiente victima o  perpetuando su juego de dios de la muerte que juzga a diesra y siniestra.



***

Petirrojo Where stories live. Discover now