Parte 14

92 12 3
                                    




"Cuando la tenia acurrucada sobre mi pecho, dormida. Deseaba que ese momento no se terminara jamás. Muchas veces cuando era de noche y flo leía uno de sus poemas yo le decía "quédate. Quédate conmigo. podemos cerrar las cortinas y fingir que no existe el mundo, podemos hacerlo todo el tiempo. Fingir que llueve allá afuera, que no podemos salir porque lo tenemos todo aquí"
Habríamos podido vivir ahí dentro para siempre. No regresar nunca más al Mundo exterior. Deseaba que solo fuéramos ella y yo. Pero éramos tres. Y este intruso yo no lo podía sacar. Mi flo luchó durante mucho tiempo para hacerlo, sigue luchando por sacarlo de nuestras vidas.

La primera vez que supe de Florence fue cuando vi su fotografía en un expediente, sabes la facilidad con la que se puede entrar a ciertos lugares en un pueblo tranquilo donde nunca pasa nada? Solía robar los expedientes que habían quedado sin resolver, entonces la vi, su fotografía, y solo pude ver a Aria, ella también había quedado reducida a un simple expediente, una victima más, apilada en una torre de papeles amarillos, lo vi como una oportunidad, crei haber hecho pedazos mi mundo con mis propias manos, y ahora tenía la oportunidad de remediarlo, la protegería , me volvería su protector, juré que la cuidaría toda mi vida. Mi Florence.

De cierta forma, había recuperado mi vida justo en el momento donde la había perdido en el pasado, la retomé en el momento en que más feliz era: el bosque, la cabaña que era nuestro escondite, nuestros tesoros. Pero el diablo también estaba ahí, eso que nos había asustado a mi y a Ari, estaba con nosotros, el diablo nos había seguido ahí también, pero esta vez el diablo estaba dentro de mi.

Me levantaba sabiendo que iba a matar era algo que no podía controlar, el pensamiento nunca se iba hasta que ya lo había hecho y cuando el acto estaba cometido me arrastraba dentro de mi oscuridad a juzgarme a odiarme y me arrepentía  cada vez que lo hacía, el círculo de auto flagelación se repetía con cada hombre. Justo cuando la adrenalina había pasado y después de cada asesinato me  juraba que. Nunca más cometería otro. Que soportaría la tentación aunque me doliera...Pero volvía a cegarme por dolor era algo del cual  no tenía el control. Esto me dominaba completamente. Y lo aborrecía cuando estaba hecho pero ya no había vuelta atrás. Encontré a alguien por quien detenerme y esta vez si cumpliría mi promesa, porque esta vez no me lo prometí a mi mismo, se lo prometí a ella. Mi Florence. Yo la amaba. Siempre lo he hecho. Tanto que decidí terminar con esto todo esto, aún sabiendo que tenía que pasar más años de mi vida sin ella, tratando de apagar mis deseos por verla, soñando con su recuerdo cada madrugada.

Cuando era niño, me gustaba  el secretismo, ocultaba cosas como mi tesoro.  Y siempre los lleve conmigo, también guardaba celosamente La única fotografía que quedaba de mi, mis diarios, entre otras cosas. Aunque quería ser una sombra, alguien que no existía, siempre muy en lo profundo de mi deseaba dejar una marca. Una huella. Mi semilla. Un legado. Algo de mi.

¿Que queda de nosotros si no nuestras historias?

Me aseguré que no importara cuánto tiempo pasará, se seguirá hablando de mi. Cada generación, una tras otra, como un movimiento perpetuo. Que nunca nadie olvidara de mi dolor y lo enojado que estaba con el mundo.

Hasta que la conocí a ella.

Fui un monstruo la mayor parte de mi vida, pero atrás de ese monstruo solo había un corazón herido, un corazón roto que siempre conserve en mi cofre de tesoros bajo llave, y nunca se lo permití ver a nadie. Excepto a ella, ella fue quien me enseñó a conocerme y me mostró quien soy realmente. Y si te preguntas si me gusto lo que encontré.. encontré una horrenda persona que no merecía su amor. No me la merecía a ella.

Se me ha llamado de mil formas, que soy un desalmado, un psicopata incluso yo creí que no era capaz de sentir y qué equivocado estaba, por un momento de lucidez entendí que todo había acabado para mi, que debía morir, que ella no podía estar con un monstruo como yo. El monstruo debía morir.

La tuve por unos momentos, fui el hombre más feliz y tendré  que pasar el resto de mi  vida sin ella, y si tuviera que decidir, volvería a sacrificar media vida de sufrimiento para tener un solo segundo con ella. Con mi flo."



***

Petirrojo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora