13. Diez Días (Parte 2)

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Un bonito niño rubio estaba sentado sobre el césped, había unos cuantos robots de juguete a su alrededor, todos ellos en posiciones que despertaron la curiosidad de Tsukishima, uno excavando, otro cargando una cesta con piedras, había uno que los supervisaba con una pistola de rayos láser en las manos y otro más que empujaba un carrito, este último incluso tenía un trozo de tela atado a la cabeza, mientras que parecía que aún estaba dudando sobre el puesto de trabajo al que debería asignar al que se encontraba entre sus manos. Su carita mostraba una tremenda concentración, que esto era muy serio para él, su pequeña lengua rosada atrapada entre sus blancos dientes.

A unos pasos más, bajó la sombra de un árbol, había otro niño abrumadoramente similar en aspecto. Parecía que estaba armando cierto objeto cuyas piezas todavía estaban esparcidas al rededor, su carita, especialmente su ceño fruncido, destacaban bajo los pequeños rayos de sol que se filtraba entre las hojas. Su concentración estaba toda sobre el instructivo entre sus manos, miraba con atención y colocaba rápidamente cada cosa en su sitio sin siquiera dudarlo, entonces el otro niño rubio se acercó para mirar también, aun sosteniendo el robot entre sus manos, tal vez con intenciones de echarle una mano.

Tsukishima no tenía idea de que era lo que estaban hablando, no podía escucharlos desde su posición, pero los dos parecían muy animados y realmente lindos mientras hablaban y hacían pequeños gestos. No sabía si debía llamarlos ahora, comenzó a sentir un poco de curiosidad por lo que se suponía que los dos estaban tratando de hacer, sin embargo, al mismo tiempo, tampoco sabía si podría soportar las ganas de ir hacia ellos por más tiempo.

— Parece que están teniendo una mañana tranquila, pero no sé si está bien que nadie los esté supervisando.

— Lo sé, Rei hizo un agujero en el jardín; no creo que eso vaya a gustarle mucho a mi madre y Ryota...bueno — se mordió un poco el labio y volteó a ver a Kuroo con preocupación — Lo que está armando no es el tipo de cosa que puede explotar otra vez ¿Verdad?

Kuroo sonrió sin responder. Tal vez deberían comprobarlo personalmente, no, quizá era mejor que fueran para detener lo que sea que los dos estaban tratando de hacer. Porque esos dos niños a veces no parecían tener mucho sentido del peligro y harían lo que fuera que quisieran siempre que pensaran que podría ser divertido. No quería ningún problema, no quería que nadie rompiera nada y definitivamente no quería que ellos pudieran lastimarse por ningún motivo, así que se apresuró a dar un paso hacia el jardín.

Esto era una sorpresa que ni siquiera sus padres conocían. Tomó un poco de trabajo escabullirse a la propiedad y hacer que los empleados se mantuvieran en silencio. Kuroo quería que todo fuera perfecto, Tsukishima pensaba que estaba más entusiasmado de lo que un adulto de su edad debería, sin embargo el latido de su corazón delató la anticipación que comenzaba a llenar su cuerpo ¿Cuál sería la expresión de su rostro? ¿Qué sería lo primero que harían? Seguro iban a estar muy impresionados, no iban a creerlo y él quería verlo mucho.

Quería poder abrazarlos con todo su corazón y decirles que los extrañó cada día.

— ¿Están haciendo algo peligroso?

Hubo un instante de silencio, Tsukishima también se dio cuenta, que fue como si de pronto el mundo se hubiera detenido en los latidos de su corazón. Era muy extraño, quería verlos tanto, pero no tuvo idea de cuánto hasta que esos dos pares de ojos dorados y brillantes como el sol encontraron los suyos y se dio cuenta de que quería llorar, que todo su mundo eran esas dos sonrisas tan preciosas. Que tonto ¿No? Estaban con sus abuelos y en un lugar seguro, pero no era suficiente para calmar su corazón, no hacía que los extrañara menos, tampoco que su ausencia hubiera sido tan vacía y triste, y tampoco cambiaba la emoción de una reunión.

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