—Más bien un sitio de internet, se llama fiestas de divorcios, venden increíbles cosas.

—¡Que locura!

Terminamos de desayunar y nos fuimos de compras, en la tienda encontramos a Ellie, quien nos acompañó.

—¿Cómo debería felicitar a tu padre?, es algo incómodo decirle felicidades señor, que viva una linda vida de divorciado—murmuro Ellie.

—Si, es algo extraño, pero bueno, ya será libre y hará lo que le plazca, eso es lo primordial.

Compramos cosas para la comida, alguna ropa de bebé, no nos pudimos contener al ver unos trajes de ranitas, era adorables, no nos resistimos.

Al llegar revise que todo estuviera bien con los bebés y toda la tarde nos dedicamos a cocinar. En lapsos me detenía a alimentarlos.
Andrés decoró la casa, Ellie se encargó del postre, Damián del plato fuerte y yo de la entrada.

Fue un trabajo en equipo, lo era hasta que llegó Dan y se comió el postre, ganándose la furia de su novia y su rechazo.

—¡Nena pensé que Damián lo había cocinado!, solo quería molestarlo.

—¡Te comiste mi pay Daniel!, no te lo perdonaré.

—¡Por favor mi amor!, dime que quieres que haga, lo haré, lo prometo.

Ellie se cruzó de brazos y pareció pensarlo.

—Le cambiarás el pañal a los pequeños Harrison.

—¡Oh no Ellie! ¡Por favor no!

—Eso o nada, y después me llevarás a comparar un pay.

—Bien—bufo rendido.

Fue divertido verlo cambiar tres pañales muy llenos, casi vomita pero al final fue un buen tío y lo logró.

Damián y yo nos duchamos juntos y probablemente también nos portamos algo mal en esa ducha. Intentábamos aprovechar cualquier momento juntos, pues aunque vivimos en el mismo techo, siempre hay algo nuevo que hacer y no hay que desperdiciar ni un minuto.

Llegó el momento de recibir a papá, quien entró a casa con una verdadera sonrisa y frotando por el aire sus papeles donde legalmente era un hombre libre. Corrí y lo abracé, en parte disfrutaba su libertad y su felicidad, ya no tenía que estar en un lugar que no quería.

Todos lo abrazaron y él soltó una fuerte risa al ver el cartel que Andrés había pedido para él.

—Estoy orgulloso de usted señor, de verdad se libró de esa arpía ponzoñosa.

Papá sonrió—Gracias por el cartel Andrés... es muy expresivo.

—Fue un placer.

Comimos delicioso y la compañía fue aún mejor.

Decidí hablar con papá a solas.

—¿Qué tal estaba mamá?

—Estaba triste, pase casi 28 años junto a ella, bueno, en realidad más, pero legalmente 28, la conozco muy bien, ella no solía estar triste, pero hoy lo estaba.

—¿Te dijo algo?

—Pidió venir a verte, quiere ver a los bebés, le prometí que te preguntaría, pero si tú no quieres y no te sientes cómoda no la dejes venir, es normal que no quieras que los bebés estén cerca de ella.

—Me ha despreciado mucho, mi propia mamá me hizo menos, pero es mi mamá, y siempre la voy a querer.

—Es entendible cielo, es tú madre y nada cambiará eso, pero esta bien alejarse de ella por tu salud mental, así como yo lo hice.

—¿Y qué harás ahora?

—Viajar, siempre había querido viajar, y jamás pudimos, nació Ari y todo se complicó para nosotros, así que solo viajaré.

—Entonces no te olvides de mi...

Me acaricio la mejilla—Mi muñeca... claro que no mi niña, no te olvidaré, ni a ti ni a tus increíbles  amigos, eres afortunada de tenerlos.

—Pero debes regresar para mi boda—le advertí.

—Obviamente que si... también tengo pensado visitar a Ari.

—Salúdala por mi.

—Lo haré—beso mi frente.

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