◣ Capítulo Veinticuatro ◥

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"Déjalo ir. Si vuelve, es tuyo. Y si no, nunca lo fue."

by JoaquinGabaldon

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La mañana del jueves, Giovanni se levantó más ansioso de lo normal. Eran unas ansias extrañas: era como cuando era niño y ese día iría de excursión escolar al zoológico, pero a la vez un tanto incómodas. Como cuando uno sentía que algo iba a pasar, pero no había forma de anticiparse a ello.

Aunque su mente de inmediato se distrajo cuando, una vez vestido para el trabajo, le llegó el inconfundible olor de panqueques hasta el pasillo del segundo piso. Olía dulce y exquisito, y le sorprendió ver a Evelyn, su padre y a su tío desayunando en la mesa de forma tranquila.

―Buenas, papá. Tío Severiano ―saludó―. Buenos días, principessa¹ ―y le dio un beso en la frente a su hermana, quien se tapó los labios con la servilleta para dedicarle un saludo.

―Ten, sírvete, hijo ―y su tío le tendió un tazón medio lleno de sandías y fresas picadas―. Aquí está la miel.

―¿Los hizo mamá? ―preguntó el Rey del Bulevar a su padre, quien tenía en su plato cuatro panqueques esponjosos y bonitos, acompañados por dos huevos estrellados y unas tiras de tocino que hasta se veían fotogénicas. Su padre apresuró su masticado y negó con su grueso índice derecho mientras chascaba la lengua.

La tua cugina². Tu madre amaneció enferma de fiebre y a la pobre no le apetece salir de la cama. Eso explica por qué el tocino está tan bueno ―aseguró el papá de Giovanni. Entonces se llevó una tira de carne a la boca, masticó y puso cara de estar comiendo un manjar.

Giovanni alzó las cejas.

Y aquello no era mentira. Si bien la madre de Giovanni era muy buena cocinando, Priscilla tenía sesiones privadas desde los diecisiete con un chef de alta cocina. Eso junto a lecciones de francés y costura, por orden de su padre. Según el señor Severiano, aquellas eran cosas que una mujer de clase y alcurnia debía dominar a la perfección.

Los Reyes del Franny Lew | ᵁⁿ ⱽᵉʳᵃⁿᵒ ᴵⁿᵒˡᵛᶦᵈᵃᵇˡᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora