18. Fuego

21 7 15
                                    

Lo iba a decir, eso había afirmado, aunque tenía condiciones. Habrían de pasar con él meditando su decisión dos meses. Jack sonrió de medio lado, comprobando como no se había equivocado tanto al pensar que no les iba a decir nada, mientras que Victoria abrió la boca no creyéndose lo que estaba escuchando. Ni ella ni su aura querían perder ese tiempo, pero Jacques tenía claras las condiciones y no iba a regatear.

—Me habéis dicho que habéis estado un mes recorriendo este país de punta a punta. Os aseguro que os quedan muchos kilómetros por delante, y hay demasiados puntos energéticos en el medio. Mi oferta es... ¿cómo se dice? Una cholla.

—Un chollo —corrigió ella con voz desganada. Le estaba empezando a dar coraje ese acentazo.

Voilà —concordó sonriente.

Jack se disculpó para salir un momento con Victoria y poder hablar con ella sin que el aura dorada del Maestro Reiki les influenciara.

—¿Sabías que esto iba a pasar? —preguntó enfurruñada cruzándose de brazos—. ¿Por eso hemos venido aquí?

Él alzó las cejas, sorprendido por el ataque repentino, al fin y al cabo, hacía tiempo que llevaban una convivencia de lo más pacífica y se entendían mejor. Victoria al ver su gesto suspiró y relajó un poco su postura.

—Lo siento. He visto que te ha pillado igual de desprevenido que a mí. Es que... —Chascó la lengua en el paladar ofuscada—. A ver, entiendo que nos puede llevar tiempo, y tiene sentido lo que él dice, pero siento que es una pérdida, ¿sabes?

—Podemos tardar mucho más sin saber hacia dónde ir.

—¡Pero al menos nos estamos moviendo! Aquí volveré a pensar que estoy estancada.

Jack se dio cuenta entonces de que eso era lo que le pasaba, que se sentía útil. Que veía que estaba trabajando por su objetivo. No quería de nuevo parar. Vio su repentino estado de nerviosismo y, sin pensarlo demasiado, la abrazó.

El abrazo era fuerte, Victoria casi sintió que se le recolocaba alguna vértebra, pero era lo que necesitaba. Cuando él notó que ella estaba más tranquila, se separó. La miró a los ojos de una forma intensa, buscando una decisión.

—¿Crees que nos lo dirá? —le preguntó, dejándolo por un momento descolocado por no saber a qué se refería—. El lugar. ¿Crees que pasados los dos meses nos lo dirá?

Asintió convencido. No tenía ninguna duda de ello, Jacques nunca le había fallado. Tenía sus métodos, su forma peculiar de hacer las cosas, pero nunca le había fallado.

—Crees que es lo que tenemos que hacer, ¿verdad?

No era realmente una pregunta, por lo que no se sorprendió cuando él asintió de nuevo.

—Vale. Nos quedamos aquí.

Y así fue como comenzó su camino hacia la meditación y el descubrimiento, como el señor místico lo llamó. Victoria, que creía que no habría muchas cosas que hacer por allí, se dio cuenta de que, si se quiere lo suficiente, se pueden ocupar las veinticuatro horas del día.

Tampoco es que ese fuera el caso, él les dejaba hacer lo que quisieran, no estaban retenidos allí ni había un plan oculto, pero siempre que se disponía a hacer algo les ofrecía acompañarle. Pocas veces le decían que no.

Ella nunca había hecho meditación, siempre había estado demasiado ocupada para eso. Tampoco reiki o taichí, pero aquel hombre le daba a todo. Estaba lleno de energía.

—Estoy reventada —dijo cuando salió de la ducha tras hacer el entrenamiento de taichí del día.

Jack la miró sonriendo. Estaba tranquilo leyendo, y ella se sentó a su lado moviendo el libro para poder ver el título, soltando el vaso que llevaba sobre la mesa que tenía delante.

No es otra tonta comedia rural... o sí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora