IX

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Tras algunas semanas después de la esperada quedada de los amigos de la humana, Kaori se encontraba más relajada, aunque sin dejar de pensar en lo que tuvo que descubrir a la fuerza acerca de Yuzuha, una de sus preciadas amistades del mundo humano

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Tras algunas semanas después de la esperada quedada de los amigos de la humana, Kaori se encontraba más relajada, aunque sin dejar de pensar en lo que tuvo que descubrir a la fuerza acerca de Yuzuha, una de sus preciadas amistades del mundo humano.

Realmente le gustaría hablar con ella sobre eso, sobre si realmente sentía algo por ella, incluso si la humana no podía corresponderle, no sólo porque estaba casada, sino porque además no sentía nada romántico hacia ella. Quería hablarlo porque, aún así, deseaba no perder su preciada amistad.

La mujer estaba en aquel momento en la sala de estar, haciendo algunos sudokus sobre la pequeña mesa del lugar. Su actividad, sin embargo, tarde o temprano sería interrumpida por su marido, quien acababa de llegar junto a ella.

—Cielo, siento interrumpir tu actividad —comentó el pelinegro—, pero vengo a avisarte de que me iré durante unas horas.

Kaori levantó la cabeza, para girarse y ver a su marido, que estaba detrás de ella.

—Oh, está bien —respondió ella con una sonrisa—. No sé a dónde vas, pero ten cuidado, ¿vale?

La humana regresó su mirar hacia el cuaderno en el que estaba haciendo los sudokus. Mikey, mirando las espaldas de su esposa, se cruzó de brazos e hinchó las mejillas, como medio ofendido. Posteriormente se agachó para quedarse a su lado, medio-sentado junto a ella. A la mujer rodeó con los brazos, acurrucándose y colocando la cabeza en su hombro.

—¿Es que no me vas a preguntar a dónde me voy? —dijo con un tono que fingía molestia, pero que se notaba que en realidad estaba de broma—. Eres mala.

—¿Oh? —ella pasó la mano entre el oscuro cabello ajeno, sonriéndole con ternura—. Perdón, perdón. No era mi intención hacerte sentir así.

La chica levemente se separó de él, para girarse de nuevo hacia el hombre y abrazarlo ella misma esta vez.

—¿A dónde te vas? ¿Te vas a un sitio divertido?

—Me voy a pasar la tarde con mi hermano, Shinichiro. Al parecer quiere hablar algunas cosas conmigo y demás.

Kaori hizo memoria, y al fin recordó al mencionado. Ese era el mayor de los hermanos, y al parecer uno de los que le tenían manía a ella.

—Te diría de venir conmigo, pero... mi hermano, ya sabes...

—No pasa nada, lo entiendo —murmuró ella para calmar a su chico. De las mejillas lo tomaría, sonriente—. Tú ve e intenta pasarlo bien con tu hermano.

El pelinegro le dio un pequeño beso en la mejilla, cosa que enterneció un poco más a la fémina.

—Eso haré —respondió, levantándose—. Trataré de no tardar demasiado, aunque no prometo nada.

𝑬𝒍 𝒅𝒊𝒐𝒔 𝒚 𝒍𝒂 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒂 | 𝑀𝑎𝑛𝑗𝑖𝑟𝑜 𝑆𝑎𝑛𝑜 𝑥 𝑙𝑒𝑐𝑡𝑜𝑟𝑎Where stories live. Discover now