Capítulo 20

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Adriel Scott.

Con este ya son dos días los cuales llevo encerrado en mi habitación, sin querer saber nada de nadie, ni siquiera mi teléfono lo he revisado.

Me siento frustrado, no lo entiendo, de verdad, no lo entiendo, por qué mi padre tiene que comportarse como una mierda conmigo, se supone que soy su hijo y los padres apoyan a sus hijos pero esta vez no es así.

Me duele que no lo haga, me duele que piense que soy un puto objeto el cual él puede manipular a su antojo.

Puta vida.

— Adriel debes de comer algo, no puedes seguir así— dice Sara detrás de la puerta de mi cuarto— Sara por favor ya te dije que me dejarás en paz.

— La paz no la encontrarás ahí dentro— escucho sus pasos alejarse de mi puerta, y tiene razón aquí metido como un vampiro no voy a lograr nada debo de enfrentar mi realidad, por más dolorosa que sea.

Yo siempre te lo diré, necesitas ayuda profesional.

Me levanto y me ducho de manera rápida, y salgo de mi cuarto al único lugar de esta casa donde puedo encontrar tranquilidad.

El salón, con el piano de mi madre.

Entro y me dan ganas de devolverme corriendo a mi habitación. Mi padre está sentado en el mueble, con un vaso en su mano con alguna bebida alcohólica que debe estar bebiendo, cuando me giro para irme, escucho su voz.

— No te vayas— tenso mis puños para controlar mi ira, me giro— ¿Y por qué me quedaría aquí?— él me mira con tristeza en sus ojos— Necesitamos hablar.

— ¿Hablar de qué? ¿De cómo me piensas manipular está vez?— él mueve su cabeza en forma de negación, yo solo me volteo para irme de ahí, pero sus palabras no dejan que dé un paso más.

— Lo siento— lo miro y veo como sus ojos se cristalizan y toma un trago de su vaso.

— Cuando te necesité nunca estuviste— él suelta un sollozo— Lo sé, lo sé, lo siento hijo por tratarte como no lo merecías, tu madre siempre decía que quería que fueras feliz y yo... yo he impedido eso, soy un terrible padre— me acerco pero no demasiado.

— Cuando ellos murieron no supe cómo manejar la situación, colapse y luego tu intentaste... bueno ambos lo sabemos, yo estaba muy preocupado y no sabía qué hacer. Cuando conocí a los Mendoza vi una luz al saber que su hija estaba estudiando psiquiatría, pensé... pensé que si me asociaba con ellos podría levantar la empresa y te uniría a ti a Andrea y tal vez te enamorarías de ella y no sé, dejarías de atentar contra tu vida pero... me equivoqué solo te amarre a algo que te destruiría. Y sí, saque a flote la empresa pero hundí a mi hijo— camino hacia él y pongo mi mano sobre su hombro— Hiciste bien en dejar Andrea y en enfrentarme necesitaba reaccionar, su pongo que ya has crecido— yo le dedico una sonrisa triste.

— Ya no soy un niño.

Él voltea y me mira de forma cautelosa.

— No la verdad es que no, ya eres un hombre, debes de tener muchas chicas detrás de ti— me río— Solo me interesa una— mi padre frunce el ceño con confusión, pero luego lo relaja— Espero poder conocerla— me dedica una sonrisa y hace lo que llevaba mucho tiempo sin hacer... me abraza y yo intuitivamente le devuelvo el abrazo.

— Eres fuerte, eres más fuerte de lo he imaginado— sonrío pero él no me puede ver— Te amo— dice antes de separarse de mí y levantarse del mueble y caminar hasta la puerta.

— Ey papá— él voltea— Yo también te amo— ambos sonreímos y él desaparece por la puerta.

No sé, qué mosca le ha picado a mi padre pero es como si me hubieran quitado unas cadenas que no me dejaban avanzar.

Tecla a Tecla (Libro I)Where stories live. Discover now