11. secret

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Patada. Empujón. Cabezazo... ¿Qué seguía?

Mirando el techo de su habitación con muchísima atención, intentó recordar los métodos de defensa propia que le enseñaron de cachorro. Porque nada de eso había funcionado.

Lo derrotaron.

A decir verdad, Mark no recordaba muy bien cómo había sido todo. Su mente se encontraba totalmente nublada, y en el momento que salió del despacho de su padre, dejó de ser consciente de sus actos. Solo sabía que Minjeong lo detuvo, pues estuvo a punto de correr hacia el bosque, y allí... Si era sincero, no tenía ni la menor idea de qué pudo haber sucedido. Se desconocía completamente.

Le dolía la costilla y asumía que aquello era responsabilidad de su hermana y su fuerte puño que casi lo deja tirado en el suelo. También sentía las piernas sin fuerza, al punto de que, si es que se llegaba a levantar de la cama, sabía que caería en cuestión de segundos. Aunque, esto último, seguramente se debía al celo que se había adelantado más de lo estimado y le estaba ardiendo por dentro. Lo estaba matando.

Se remueve en la cama con incomodidad, intenta recordar los últimos sucesos, pero no lo logra. Hay una nube negra en su cabeza impidiéndole traer cada segundo pasado.

Y es desesperante, porque Mark sabe que es fuerte y también sabe que su lobo a veces pierde el control, no tan seguido, pero puede suceder y no se trata de un simple cachorro aprendiendo a guerrear. No, ya tiene bastante experiencia en el campo de batalla. Y de solo pensar en que le provocó alguna herida grave a Minjeong, se siente fatal. El dolor físico se sumaba al emocional y era todo un revoltijo de lamentos que no salían de sus cuatro paredes.

Oh, ahí va de nuevo.

Cierra los ojos con fuerza porque el ardor se incrementa de tal manera que tiene que sujetar las sábanas bajo su cuerpo para apaciguar el fuego. Incluso si sabe que aquéllo es inútil.

No entiende el comportamiento de su lobo en ese celo, pero entonces, ve la cortina del balcón moverse y entra la brisa con un aroma que ya conoce bastante bien. Todos sus sentidos se alteran, al punto de que ni siquiera es consciente de que se pone de pie y camina hacia éste. Como si fuese con los ojos vendados.

─Algo que siempre me ha parecido asombroso de mi especie es que podemos sentir el dolor del resto, pero no el nuestro ─la voz baja, casi en un susurro, perfora sus oídos y rompe la burbuja de resistencia a su alrededor─. Supongo que la persona que nos creó lo hizo con la intención de volvernos en unos asesinos por completo. Porque, si soy sincero, no le encuentro otro uso. Ni siquiera nos interesa la humanidad más allá de su deliciosa sangre.

Mark retiene el aire en sus pulmones al verlo.

Los ojos de sangre le están observando fijamente, trae un traje que le parece anticuado en todo el sentido de la palabra, pero le queda a la medida de su cuerpo y lo hace lucir... Atractivo.

─Hola, alfa.

─¿Q-qué? ─pregunta en un maullido, algo en su interior se remueve y vuelve a doler como en el infierno.

─¿Acaso no es eso lo que eres?

Su boca se abrió inconscientemente debido a la sorpresa de esas palabras. Por supuesto.

Aclara su garganta como si así pudiese cambiar algo, tal vez quitar el rubor de sus mejillas o las burbujas en su interior que se habían incrementado con la presencia de cierto vampiro.

─¿Por qué estás otra vez aquí?

Donghyuck alzó las cejas, sorprendido y divertido por la firmeza del lobo. Era tan indomable como él.

AMADERADO 𔘓 MarkhyuckWhere stories live. Discover now