10. La expedición N° 23

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Vió a Dmitri cepillando a su caballo gris a unos metros de donde estaba mientras el animal se inclinaba a tomar agua de un balde, notó que Fenrir, su caballo, se encontraba a su lado. Sonrió, seguramente el peliblanco lo sacó junto al suyo. Su mejor amigo pasaba una mano por el cuello del semental dándole pequeños cariños mientras lo peinaba, su caballo se llamaba Elden, nombre del protagonista de una vieja historia que el abuelo Lazar amaba contárselo y Dmitri lo había tomado como su héroe personal. Calynn sabía esto, ya había escuchado el cuento una infinidad de veces cuando era niña.

Se detuvo al final de las escaleras y miró a su alrededor, checando el estado de los animales y la atención que los soldados le daban, su vista entonces cayó en los dos criminales que eran su dolor de cabeza. Levi y Farlan, Isabel no estaba con ellos, se encontraban junto a sus caballos realizando lo mismo que el resto, el de pelo claro se movía inquieto mientras que el más bajo tenía el ceño fruncido, la misma cara de siempre, ya no se sorprendió. Aún así, Calynn no desprendió sus ojos de ellos hasta que captó la atención del pelinegro, sus filosos ojos grises chocaron contra los suyos, la pelirroja alzó una ceja por la mirada de pocos amigos que le dirigió. Sus clases de equitación habían terminado tan rápido como habían iniciado, eran buenos y tal vez eso la había frustrado con creces, pero en cambio a todo, le alegró saber que sus alumnos eran competentes y podían valerse por sí solos. Porque Calynn era estricta pero eso podía salvar sus vidas.

Eso no significaba que había dejado de echarles un ojo, tampoco trataba de disimular la poca confianza que les tenía. Si algo la molestaba se los iba a dejar saber, entonces mejor para ella si son conscientes que los vigilaba.

Desvió la mirada para continuar su camino hasta su compañero albino que le daba la espalda. Dmitri observó a un lado mientras pasaba el cepillo por la crin de Elden, captando la mirada de Farlan a unos metros de donde estaba y como el descarado sinvergüenza que era no desaprovechó que tenía su atención, sonrió de forma encantadora y le guiñó el ojo. El castaño se sobresaltó y un ligero rubor rosado cubrió sus mejillas al ser descubierto, desvió su mirada un par de veces antes de decidir que sí quería mirarlo, de todos modos Dmitri amaba ser el centro de atención, ya lo había notado. Sus ojos claros fueron hasta sus manos que sostenían a su caballo y a su figura bajo el sol que nunca pensó ver, se aclaró la garganta cuando el dueño de tales vistas agrandó su sonrisa, encantado con lo que hacía.

Farlan rodó los ojos, con mejillas sonrojadas y una sonrisa tonta, lo miró de reojo viendo que le hacía señas que no entendía, sacándole una pequeña risa por lo estúpido que era la situación. Parecían dos niños. Levi tras él lo miró con una ceja alzada tratando de entender que era divertido, así que volvió a aclararse la garganta y siguió con su trabajo. Se metería en problemas si seguía así pero era tan difícil ignorarlo, mucho menos despues de esa noche. Dmitri en cambio, sonrió con ternura recostando su cabeza por la montura, su caballo bufó alzando su hocico del bebedero como si supiera lo que pasaba por la mente de su dueño.

—¿Qué te pasa? —La voz de su mejor amiga lo sobresaltó, miró atrás notando la cabeza colorada y su ceño fruncido. Él sonrió sin mostrar dientes.

—Hola, Lynn, pensé que no vendrías entonces saqué a Fenrir —apuntó, la mirada de la chica se suavizó, sus ojos oscuros se dirigieron a su caballo, de vuelta a su amigo y sonrió de lado, suave y solo un poco cansada. Vulnerabilidad que solo unas pocas personas eran capaces de ver y para este punto podía contarlo con una mano—. Déjamelo a mi, ve a descansar.

—No haré tal cosa —negó, dió unos pasos acercándose a Fenrir, Dmitri sonrió sin insistir sabiendo que no aceptaría que alguien más hiciera su trabajo—. No me mires así, no estoy inválida.

—Bien, bien. Lo siento. —Alzó las manos en señal de paz, incluso si le preocupara su estado y que se esté aguantando el dolor, no podía hacer nada en contra de la terquedad de Calynn Beyhan. Lo único que podía hacer era echarle un ojo y tener un medicamento en su bolsillo por si lo necesitara.

Hallelujah | Levi AckermanWhere stories live. Discover now