Capítulo 3. Un nuevo día y el reencuentro con Álvaro

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Yo estaba un poco molesta con todo. Primero voy a una firma de unos chicos que no me gustan, luego descubro que Álvaro y yo somos primos, y ahora mi madre evitando el tema. Aquí había algo que no me habían contado, y eso me ponía fatal. Me preparé la cena y me dormí.

Al día siguiente me levanté. Miré el reloj y vi que eran las 10:30. Me levanté, desayuné, me duché, me arreglé y salí a dar una vuelta. Por el camino iba pensando en todo lo de ayer. Por lo que me dijo mi madre, mi "tía" de la que yo no sabía nada, que murió en un accidente de coche, y que por su culpa mi padre también murió. Pero no mencionó nada de Álvaro ni de su padre. Pero la verdadera culpa de la muerte de mi padre la tuve yo. Cuando nos íbamos de la playa que yo no me acordaba, le di la mano y vi, no se como, que iba a morir. Tampoco me acuerdo de como murió, pero si de que mi tía tenía la culpa por la muerte de mi padre, supuestamente. De repente tuve que apoyarme en la pared. ¿Por qué me tenía qué pasar en plena cuesta de Zocodover? Imágenes pasaron por mi cabeza del pasado, donde se veía una niña jugando con un niño y una niña, a los que, curiosamente, yo llamaba primos. Las imágenes eran confusas pero se apreciaban las siluetas. Había dos matrimonios y nosotros en una especie de isla. Las imágenes se acababan cuando subían al coche. ¿Por qué no seguían más imágenes? Quería saber cual fue la verdadera causa de la muerte. Suspiré y seguí caminando. Tenía que hablar con Álvaro, eso si no se han ido ya, pero,¿ por dónde estarán? Suspiré y entré en los chinos a por un monster. Lo pagué y salí. Me senté a descansar en un barco de la plaza de Zocodover. Lo abrí y bebí un trago. Estaba pensando en todo lo sucedido cuando alguien me asustó por detrás. Yo le miré y era David.

-¡Tú eres gilipollas o qué!- dije en tono borde-. No está bien que vayas asustando a gente normal por la calle.

-Relaja- me dijo David tranquilo.

Yo le fulminé con la mirada y a continuación llegaron los demás.

-Vaya-dije-. Ya estáis todos, que bonito. Álvaro, ¿puedo hablar contigo?

-Claro-dijo. Los demás se quedaron ahí quietos.

-A solas-dije yo.

Àlvaro los miró y éstos se fueron. Cuando estábamos solos se lo dije...

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