Él, yo y nada más

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—Capítulo I—

La Fórmula 1 es mucho más que coches corriendo.
Es mucho más que circuitos espectaculares.
Es mucho más que podios inundados de champaña.

Es sobre pasión.
Es sobre adrenalina.
Es sobre ambición.

Y entró todo eso estaba yo,
Y estaba él

***

—Si tuvieras que hacer un ranking de tus cinco pilotos favoritos, ¿cómo sería?

Sus grandes ojos oscuros parecían casi sonreír, me gustaba ser capaz de hablar español con alguien en aquel lugar en el que nadie parecía entenderme. Ladeé la cabeza mientras pensaba la respuesta a esa pregunta que me había planteado tantas veces.

—El primero Max, claramente, después Checo...

—Ah, la fan girl de Red Bull —me interrumpió con una sonrisa.

—Shh, déjame hablar —lo callé—, después Fernando Alonso porque soy muy patriótica, después tú y después Charles Leclerc.

Carlos Sainz me miró con los ojos abiertos mientras que yo no podía evitar reírme por su reacción.

—¿Por qué soy cuarto? Yo también soy español, debería ser tercero —exclamó.

—Es que Fernando Alonso me cae mejor —le contesté todavía riéndome de él—. Además, si no fueras español ni siquiera estaría en el top diez.

Otra risa, ajena a nosotros dos, me sacó de la discusión. Era Mattia Binotto que acababa de llegar. Él era el mejor amigo de mi padre de toda la vida y jefe de la escudería Ferrari.

—No sé de qué habláis —dijo él en inglés ya que todo el mundo ahí hablaba en ese idioma—, pero deberíais ir yendo ya que la carrera de clasificación ya va a empezar.

Carlos se despidió dirigiéndose al pit box con rapidez mientras que Mattia y yo caminamos con más calma por el paddock.

—¿Estás bien, Noelia? —preguntó tras unos instantes de silencio.

Hice una sonrisa de boca cerrada.

—Ya han pasado tres meses desde su muerte —dije refiriéndome a mi padre—, debería estar bien, pero creo que nunca lo estaré.

Mi padre había fallecido hace tres mese en una carrera de rally. Mi madre y yo nunca creímos que podríamos recuperarnos de esto, pero teníamos que hacerlo. Gracias a Dios estaba Mattia a quien consideraba mi segundo padre.

—Él era mucho más para mí de lo que te pudieras imaginar y estoy seguro de que él quería para ti algo así —explicó—, que tuvieras un futuro en las carreras, en Ferrari —hizo una pausa y luego añadió en modo de broma—, aunque no sea Red Bull.

Me reí agradeciendo que él estuviese para mí ahora que mi padre no estaba.

—Mi padre odiaba a la fórmula uno —le contesté—, os llamaba snobs arrogantes y prepotentes que no sabían lo que la verdadera adrenalina era.

Una carcajada se le escapó.

—Cómo se nota que era piloto de rally.

300km/h | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora