Capítulo 14 - Un cielo lleno de estrellas

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—No había nadie ahí, Flor.

—Sí... era Lucas. Él es el que me visita por las noches —aseguró ella mirándolo a los ojos.

Guillermo no entendía nada.

—¿Cómo que Lucas? Él está muerto, Flor.

—Pero él me viene a visitar, capaz hay algo que me quiere decir, no sé. Yo siento que es él.

—Estoy preocupado con vos, Flor. No estás bien —insistió él.

—¡Dejá de tratarme como si fuera una demente! Yo sé lo que vi, era el espíritu de él.

—Es que no tiene sentido, Flor.

—Lo va a tener cuando hablemos con él —afirmó ella.

—¿Cómo?

—No estoy segura, pero tenemos que establecer contacto con él, Guille —propuso ella, para el descontento de Guillermo.

—Disculpen... —detrás de ellos, Lucía los interrumpió—. Te estuve buscando, Florencia. ¿Me puedo sentar? —Flor asintió—. Yo sé que es difícil para ustedes afrontar esto, créanme que mejor que nadie los entiendo. Yo... —Lucía suspiró con pena—, yo también perdí a alguien que amaba mucho, y a muy corta edad. Justo cuando empezaba a vivir, tal como Lucas también. Y hasta ahora me cuesta aceptar su partida, pero estoy segura que existe una vida después de ésta, en la que todos nos vamos a encontrar con aquellos que amamos y perdimos en este plano. Y que nos vamos a volver a abrazar como antes, o seguro con más fuerza. Ellos nos están esperando, allá en el cielo. ¿Ven todas esas estrellas en el cielo? —les dijo apuntando con el dedo—. Cada una son almas que nos están viendo, nos están cuidando, y nos dicen que no estamos solos. Mi padre cuando era chica me decía que las estrellas eran huecos hacia el paraíso, y a través de ellos se colaba la luz del paraíso, solo que nosotros no podíamos verlo porque estábamos en un enorme casco que nos mantenía en penumbras para que aprendamos a valorar la luz del despertar. Esto es una prueba que tenemos que afrontar juntos para cuando los volvamos a ver otra vez, ya vamos a estar listos y habiendo aprendido lo que Dios tenía planeado para nuestra vida.

—Eso es muy hermoso, Lucía —aseguró Florencia dibujándose en su rostro una pequeña sonrisa que contrataba con sus ojos llorosos—. Pero... pero Lucas está acá, no está allá arriba con las demás estrellas. Yo lo siento.

—Entonces habrá que ayudarlo a brillar como las demás —afirmó Lucía.

—¿Cuál de todas las estrellas es su ser querido? —preguntó Florencia.

—¿Ves la estrella más brillante? ¿Esa de ahí? Bueno, es él, es mi Pedrito. Él siempre brilla todas las noches en el cielo.

—Me gustaría que Lucas esté a su lado.

—Lo va a estar, y va a brillar tanto como él —aseguró Lucía dándole un abrazo. Ambas sintieron el dolor de haber perdido a alguien, ante la mirada desconcertada de Guillermo—. Ahora deberíamos bajar que está frío y nos espera una larga noche.

—No quiero volver a mi cuarto, al menos no por hoy —insistió Florencia.

—No tenés que volver. Podés dormir conmigo, si querés —le propuso Lucía, ante la mirada de desaprobación de Guillermo, ya que él quería aprovechar el momento de proponérselo.

—¿No es molestia, señorita?

—No, obvio que no. Dormís en mi cama y yo me tiro un colchón en el piso, no hay problema. ¿Vamos, entonces?

Ambas se fueron dejando solo a Guillermo, y sintiéndose como un completo perdedor mirando con desprecio al cielo y pensando en las cosas que Florencia le había dicho hacía un rato.

Sombras en la noche (#SdV 2)Where stories live. Discover now