Capítulo Nueve.

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   Aunque quiera e intente, no puedo poner ni la más mínima atención en la clase de hoy. Lo que hice anoche es la peor decisión. Me arrepiento de ello; el problema es que no hallo la forma de decirlo.

   Se siente jodidamente mal.

   Llevo todo el día con un peso en mis hombros y un frío en mi estómago que me mantiene de ofrecer una sonrisa. ¿Quién diría que, de tal decisión, alguien se sentiría tan mal?

   La campana suena. Coloco mi libro dentro de mi pequeño bolso y espero a ver que Ralph salga. He estado evitando estar con el resto del grupo últimamente. No sé por qué.

   Ralph desaparece por la puerta.

   Me levanto y camino lento para que la distancia que habrá entre nosotros en el pasillo sea la mayor posible. Así han sido las últimas semanas.

   Al salir por la puerta, una mano fuerte en mi pecho me detiene de seguir avanzando. Es Ralph.

— Creo que necesito una explicación — dice él. Se cruza de brazos.

— No hay nada que explicar — digo. Intento avanzar, pero él se coloca en mi camino.

   No tengo como escapar. No hay forma de salir, y los dos sabemos que odio estar en este salón. Aún así, no me preocupo. Si algo sé sobre Ralph es que es imposible tener una conversación con él sin soltar una carcajada.

— ¿Dónde has estado estás últimas semanas? — cuestiona. Puedo sentir la frustración en su voz.

— Ralph, muévete. Voy a estar tarde — suspiro mientras intento escabullirme por el costado que su delgado cuerpo deja entre el marco de la puerta y él mismo.

   Él bloquea mi camino al apoyarse hacia mí. No me va a dejar salir.

— ¿Tarde para qué? Es la última clase de día; no es como si tuvieras a alguien más que ver.

   Estoy por decir algo, pero me detengo. Recuerdo en pensar antes que hablar y evito no meter la pata.

   Hice que todo mi grupo pensara que había mandado la tutoría a la basura. Lo único que saben de Leah es que ella es la chica de ese día en el que me obligaron a ir a la biblioteca. Ellos tampoco saben sobre nuestra relación.

— Para ver a Leah — digo finalmente.

— ¿Leah? — pregunta confundido. Lleva una de sus manos a su cabeza y hace un gesto de como si le tomara esfuerzo creerme — Esa la chica que vino el otro día, ¿cierto?

   Asiento.

— Ella está enseñándome. Todos los días. Después de clase. Y, ahora, estoy tarde para verla.

   Su rostro de sarcasmo pasa uno de diversión. Puede que hasta sea de felicidad.

— ¿Y que es lo que te enseña, exactamente? — dice y coloca una sonrisa de medio lado — ¿Aprendiendo a multiplicar?

   Me detengo de partirme en risas. Se supone que estamos discutiendo, no diciendo chistes. Es Ralph el que suele hacer chistes desde la nada, aunque estemos en el medio de una seria discusión.

— Me enseña historia, idiota — me defiendo mientras le doy un golpe suave en el hombro.

— ¿Desde que sales del colegio hasta que se pone el sol? ¿Sólo estudiar? — sigue él. Tiene razón, no tiene sentido. Es obvio que hacemos algo más.

   Su sonrisa se agranda. Esta vez puedo decir que no es la broma lo que lo hace sonreír. Él está feliz por mí. Está feliz de que finalmente supere al la chica que rompió mi corazón.

— Ella es mi novia, ¿bien? — suelto.

   Nunca había llamado a Leah de esa forma. Tampoco lo había pensado. Y, hace un segundo, tampoco lo hice. Eso salió de mi sinceridad; de mi parte de Verdad.

   Ralph levanta sus cejas, casi como un movimiento involuntario.

— Oh. ¿Tan rápido? — dice. Se puede notar la sorpresa en su voz.

— ¿A que te refieres? La amo — más palabras de Verdad.

— ¿Y cómo sabes que la amas? — pregunta.

   Él se recuesta contra el otro lado del marco de la puerta. Es como una invitación a que me vaya. Él ya consiguió lo que quería, seguro que ya no le interesa esta conversación. Pero aun así no me voy. Sé que él no cree que pueda responder la pregunta, así que me está abriendo espacio para escaparme como una gallina.

   Ahora, como no lo quiero arruinar, decido no pensar. Dejar correr mis pensamientos es lo mejor para esto. Quiero decir lo que siento, no algo inventado.

— ¿Cómo lo sé? Si me mira, el aire tiembla. Si me habla, todo a mi alrededor se detiene. Si me toca, electricidad corre por mi cuerpo. Si me besa, una tornado se alza y destruye todos mis miedos. Ella apareció y ahora ella es la razón por la que quiero hacer cosas por las que nunca me interese. Por eso es que la amo.

   Tomo una gran bocanada de aire. Por juzgar a la cara de Ralph, él está impresionado. Yo también lo estoy. Todo lo que dije salió de un lugar que no sabía podía llegar a existir.

— Bueno, eso sí que es amor verdadero — dice otra voz. Es Adrien, quién esta detrás de Ralph.

   Suspiro. No tomo la molestia de preguntar por qué él está aquí.

— ¿Qué hago? — suspiro de nuevo. Ellos planearon esto porque los estaba dejando a un lado. El caso es que no quiero dejarlos a un lado. Mucho menos a Leah.

— Mira — empieza Adrien frustrado. Él, en cambio a mí, es muy bueno con las chicas — : si ella es tu chica, demuéstraselo. Abrázala, bésala, quiérela. Dile que la amas con la sinceridad que usaste con nosotros.

— ¿Qué hay de ustedes? — pregunto.

   Por un momento olvido que estoy en la escuela. Olvido que estoy tarde para ver a Leah. Charlas como estas son las que me hacen falta; son de las que he estado evitando siempre que escapo sin decirle nada a mis amigos de corazón.

— No nos olvides. Si te rompen el corazón de nuevo, sabrás a donde ir. Y, te aseguro, vamos a recibirte con los brazos abiertos.

— ¿Lo prometen?

— Somos amigos, ¿cierto?

   Sonrío. Luego recuerdo la razón por la que estaba triste en un comienzo y mi sonrisa se desvanece.

   Tendré que enfrentar a mi familia esta noche.

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      Nota de la Autora

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   Wattpad cambió... otra vez. Gracias a ese cambio se bOrRó MáS dE lA mItAd De EsTe CaP *suspiro*.

   No sé por qué carrizo el cap pasado tiene cero comentarios. De bromita voy yo y dejo uno yo misma para que no me sienta tan mal.

   ¡Hasta el próximo sábadooooo! xD

Divergente ~ ¿Y yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora