Capítulo Uno

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23 de agosto de 2018

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23 de agosto de 2018

Admiré la mansión que se imponía ante mí mientras terminaba de pagarle al conductor sin soltar la pequeña maleta con ruedas.

El largo sendero estaba formado por medianas piedras planas cuadradas con grava entre los espacios que las separaba. Antes de llegar a las escaleras que conducían hacia la gran puerta principal, el sendero se ensanchaba y en medio de este estaba construida un fuente de agua con un ángel en medio. Además, en ambos lados del sendero había una fila de arbustos con forma de... ¿eso era un perro?

Recordaba haber visto los arbustos con forma circular la semana pasada, aunque debía admitir que estaban muy bien formados. La persona que se haya tomado el tiempo de moldear cada arbusto merecía recibir una buena cantidad de dinero por su empeño.

Me detuve cerca a la fuente, disfrutando del día soleado.

La mansión era absolutamente suntuosa. El blanco caracterizaba el exterior de la casa y cuatro columnas del mismo color decoraban la entrada, permitiendo observar el balcón del segundo piso. Sobre este se podía apreciar la ventana del ático, uno de los lugares donde todavía no había puesto un pie. Cabe agregar que al lado de esta mansión, se encontraba una casa un poco más pequeña conocida como el escondite de los hermanos Allen.

La piscina no se veía al entrar, así que tenía que caminar hacia el patio trasero y encontrarla. El salón de baile era mi lugar favorito, no porque asistiera a muchos bailes organizados por los padres de mi amigo, sino porque Jessy solía permitirme usar ese lugar para bailar y desahogarme.

Había contado unas quince habitaciones, además de los seis baños y el gran salón de fiestas. La madre de mi amigo tenía su spa personal y su padre su propio terreno para jugar golf. Podría decir que otro de mis lugares favoritos era la sala de cine, Jessy siempre nos llevó a ver películas cuando no queríamos estudiar. Él, Connor y yo pasábamos horas comiendo dulces y riendo de las escenas en pantalla.

Estaba acostumbrada a los lujos que mis amigos poseían, yo también los tenía, aunque no tan en exceso como ellos.

Mi padre y yo vivíamos en un gran apartamento, éramos solo los dos así que él dijo que no necesitábamos de ninguna casa. Pero estaba segura de que su renuencia a vivir en una linda casa se debía al abandono de mi madre, ella había roto nuestra familia y mi padre se rehusaba a recordar lo que era tener una.

Verdad, reto o beso (Mejores Amigos libro #1.5)Where stories live. Discover now