Capítulo Uno: Escapar y Olvidar

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La campana del colegio sonó indicando la hora de salida. Solté un bufido. En realidad no deseaba llegar a casa, quisiera que todo el día fueran horas de escuela. No tanto porque me guste estudiar, sino porque solo aquí puedo estar libre. Libre de ese hombre que desde que apareció en nuestras vidas ha vuelto todo una pesadilla.

Minah, mi mejor amiga se levantó primero de su lugar y se detiene frente a mí con ambas manos sosteniéndose de mi mesa.

—Hoy no podré acompañarte a la biblioteca —dijo haciendo una mueca—. Mis padres quieren que coma con ellos hoy en su día libre y después iré a mi clase de ballet.

—No te preocupes, entiendo —sonreí.

A veces sentía envidia de la familia de Minah, a ella realmente la adoran y tenía a sus dos padres junto a ella.

—Y también hoy tomaré el turno de la noche en la cafetería —informó antes de marcharse.

—Bien, nos vemos mañana —la despedí.

Las dos trabajábamos en una cafetería del barrio más cercano. No nos pagan mucho pero ganamos lo suficiente para darnos algunos gustos. Yo guardo mi salario para alguna necesidad, no le pido a mi Madre nada, ella paga mis estudios y con eso es suficiente para mí.

Me levanté del pupitre y tomé mi mochila. No tenía planeado llegar a casa así que al salir del aula me dirigí hacia la salida del colegio y de ahí tomé la ruta hacia la biblioteca.

Sin mi mejor amiga es algo aburrido estar ahí pero aun así lo prefiero a mi hogar. Me encanta leer libros, a veces para tener más conocimiento de las cosas y otras para sumergirme en un mundo que quisiera vivir. Uno donde hay princesas y príncipes, aunque suene demasiado cursi para mi edad.

Mi vida real sería algo parecido a la de Cenicienta. Solo que en vez de Madrastra, tengo un Padrastro que le encanta hacerme la vida imposible. En lugar de ser las hermanastras las que se burlen de mí, en mi caso es él. Y obviamente no veo para cuando se pueda aparecer un príncipe que me rescate.

Mamá se pasa casi todo el día trabajando para mantenernos, incluso a ese tipo también. Aunque siempre dice que trabaja, la verdad es que no le creo. Lo que se me hace sospechoso es cuando trae mucho dinero y ni señas en su ropa o su cuerpo del sudor de habérselo ganado.

Obviamente no comento más eso con mi Madre, ella confía en él, me atrevo a decir que incluso más que en mí, su propia hija. Por esa razón no le cuento lo que ese hombre hace conmigo cuando ella no está. Una vez lo intenté y solo recibí una bofetada de su parte y una advertencia de no volver a hablar falsedades de "su marido".

Mi reloj marca las seis de la tarde, se suponía que mi Madre estaría por llegar a casa. Dejé el libro en su estante y me despedí de la bibliotecaria con una sonrisa. Tanto tiempo acudiendo ahí, que ya se le había hecho costumbre verme y también siempre me apartaba el lugar más solitario para que pueda leer tranquilamente. Por personas como ella y como Minah es que a veces tenía fe en las personas.

El camino a casa era largo y pasaba por muchos lugares fichados de mala muerte. Barrios pobres y con muchos chicos que la gente llama "vándalos" o "malvivientes". Nunca me había topado con ninguno que quiera hacerme daño, afortunadamente.

Había oído hablar de un chico de apodo "Romeo". No tenía idea de quién era pero los rumores decían que protegía a las mujeres que corrían peligro por el barrio donde él vivía e incluso se aventuraba a salvar damiselas en otros lugares peligrosos.

Para mí solo era un invento ¿quién en esta podrida vida se arriesgaría por los demás? Por mi experiencia podría decir que absolutamente nadie.

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