CAPÍTULO 15.- primer fragmento

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Entonces comprendió que había construido la iglesia sobre otro edificio.

—Esta ciudad no deja de sorprenderme —dijo Concetta que se había transformado de nuevo para poder bajar con más facilidad —. Tenías razón, este lugar estaba infestado de vampiros.

—Un lugar como este es un perfecto nido para ellos —dijo bajando con más dificultad, ya que cada vez parecía que las paredes y las corroídas escaleras eran más resbaladizas y frágiles.

—Esto debe tener varios siglos escondido —dijo Concetta—. No parece para nada la arquitectura común de por aquí y parece que no había sido usada hace mucho.

Alan paró cuando ya no había más donde bajar y miró el rostro de Concetta, levemente iluminado por la llama que sostenía en la mano. No se había asustado, ni puesto histérica como pensaba que iba hacerlo. Tenía que darle la razón cuando dijo que los dos habían cambiado mucho.

—¿Qué debo esperar ahora? —le pregunto con algo de suspicacia—. ¿Un ritual?

—Atinaste.

Concetta frunció el ceño y bufó.

—Solo un hechicero superior o ser muy poderoso puede hacer un ritual. Pero los humanos creen que tienen la capacidad de hacerlo, no sabes cuánta gente estúpida viene al Vaticano a hacer rituales satánicos o cosas parecidas.

—Dudo que sean efectivos.

—Que sepa no, los humanos ven demasiada ficción.

—Lamento decirte que el que veremos será uno real —dijo Alan.

Concetta lo miro más preocupada.

—¿Con qué fin? —parecía desconcertada—. Pensé que solo estaban haciendo un nido de vampiros.

—No estoy seguro si su intención es la misma que tengo en mente —dijo Alan sintiéndose cada vez más ansioso—. Por eso estoy aquí.

Concetta asintió y se sumergieron más en la oscuridad.

Los dos se detuvieron al ver ante ellos una puerta algo extraña. El semidemonio sonrió al sentir aquella magia oscura en la puerta, hasta Concetta a su lado tembló al sentir aquella vibra maligna.

Un grito los despertó de su ensimismamiento. Alan hizo que la puerta ardiera en fuego infernal. No había otro modo más eficaz de quemar cualquier hechizo con magia negra.

Ya que él era un demonio, así que se podría decir que ese poder venía de seres como él.

La escena fue más asquerosa de lo que se imaginó, seis hechiceros se encontraban cada uno en una esquina de una estrella de seis puntas. Uno en medio gritando un hechizo mientras una mujer embarazada, muy avanzada al parecer, se retorcía en el suelo con grave sufrimiento. Escucho a Concetta soltar una exclamación a su lado y miro a donde ella miraba.

Había restos de lo que parecían otras mujeres embrazadas muertas, incluso vio como una tenía el vientre reventado.

Era repulsivo.

Concetta se transformó con rapidez y se lanzó a atacar en el momento que los hechiceros reaccionaban ante su presencia. Alan hizo que se elevará para que esquivara los hechizos.

Mientras invocaba espectros, Concetta cayó al suelo y se dio cuenta que al final un hechizo le había dado.

—Ve por esa mujer —gruño Concetta al transformarse de nuevo y tocarse el brazo lastimado—. Me estoy regenerando, sálvala a ella.

Alan se dirigió hacia el último hechicero, que había hecho una especie de barrera mágica que cedió al final por los ataques de los espectros.

domine mi, quid nos oppugnas? (mi señor, ¿porque nos atacas?) —habló el hechicero desesperado en latín—. tantum in mundum adducimus fratrem suum (solo traemos al mundo un hermano suyo)

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now