Capítulo 20.

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Llegamos y acomodamos todo.

—Voy a hacer unas milas con puré —avisé causando que todos aplaudan y chiflen.

—Se re puso la diez. —Dani sonrió.

Los eché a todos de la cocina para que no hagan bardo. Bueno, a casi todos, no me pude deshacer de la plaga de Valen.

—¿En que te ayudo? —Se arremango el buzo con una sonrisita.

No le podía decir que me deje de romper las pelotas.

—Pela las papas —pedí después de pensarlo.

Saqué de la heladera lo que necesitaba para condimentar la carne.
Tenía que empanizarla y toda la bola.

—Che, ¿dónde hay una bandeja?

Si es que tiene una bandeja el hijo de puta.

—Ahi arriba. —Señaló uno de los estantecitos más altos de la alacena que había abierto en mi búsqueda.

—Ja, ¿sos gracioso? —Lo miré con cara de culo. No llego ahí ni de onda y él lo sabe.

Soltó una risita para después acercarse a mi y ponerse atrás mío.

Me tense al sentir su pecho chocando contra mi espalda, su cuerpo tibio juntarse al mio y su respiración caliente.

—Enana —susurró mientras levantaba uno de sus brazos para alcanzar una bandeja. Posó su mano sobre mi cintura para tener más "equilibrio".

Excusas para manosearme mete el garca. Y lo peor es que me encanta.

—E-esa esta bien. —Me aclaré la garganta. Valen dejó la bandeja en la mesa pero no se separó —. Termina de pelar las papas —traté de sacarmelo de encima.

Me encanta, si, pero me pone muy nerviosa y se me frunce el culo.

—Después. —Rodeó mi cintura con sus dos manos y apoyó su mentón en mi hombro.

Una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo.

Cerré los ojos con fuerza y volví a concentrarme en las futuras milangas.

Me agaché inconscientemente a buscar un plato.

O sea, estaba consciente de que me agachaba pero no de que mi culo se iba a refregar contra la pija de Valentín.

¿Se entiende?.

Él simplemente soltó un suspiro pesado y volvió a pelar las papas.

Te pido mildis, pibe.

Después de un rato las papas ya están hirviendo y las milanesas están listas, nomas las tengo que freír.

Mientras me lavaba las manos, otra vez, lo pude sentir a Valen abrazándome.

—'Tamos mimosos. —Sonreí negando con la cabeza.

—Umhm —soltó como respuesta.

Cerré la canilla y nos quedamos en la misma posición.

—Se me desataron los cordones. —Me agache para molestarlo. Así capaz se va a sentar en vez de abrazarme y ponerme nerviosa.

—No tenes cordones, Vicky... —susurró cuando me levanté.

—Mira vos che. —Miré mis pies con cara de confundida.

—No sabías, ¿no? —Sentí su respiración tibia chocar contra mi cuello.

Simplemente negué con la cabeza para responder su pregunta.

Levanté mis cejas sorprendida cuando empezó a acariciar con su nariz mi clavícula.

Son toques suaves y cariñosos.

Me encanta que haga todo con tanto cuidado y no se sobrepase.

El wachin sabe lo que es el respeto y consentimiento. Es por acá.

Acaricie su mano derecha y le planté un pequeño beso en la frente.

—Valen... —susurre.

—Te quiero mucho.

[.]

—Uh, 'taba re rico. —Mauro se tocó la panza satisfecho.

—Mal, un fla. —Suspiró Nacho.

Panza llena, corazón contento.

Todos me demostraron eso cuando me agradecían con una sonrisa y tiraban cumplidos.

—Valen y yo lavamos, vayan tranqui.

—¿Por qué? Si nosotros cocinamos —se quejó.

—Tiene razón.

Tan considerados los pibes.

—Vayan nomas. —Señalé la pantalla de mi celular para que cacen el fla y se vayan.

Celular que me regalo Valen y estoy aprendiendo a usar, se mandar whatsapps por lo menos.

Asintieron no muy convencidos y se fueron.

Había dejado un mensaje en el grupo, espero que lo vean y no rompan los huevos, grupo en el que no esta Valen, obviamente.

—Vos vas a lavar. —Sonreí inocentemente.

Entre quejas y peleas conseguí que Valen se ponga a lavar los platos.

Wachin obediente.

Bien pillo lo tengo.

Repetí la acción que él hacía, por la que se me ponían los pelos de punta, lo abracé.

Valentín se sorprendió, se puso tenso pero después de unos segundos se relajó.

Cuando estábamos cómodos con la cercanía del otro llevé mis manos a su abdomen y las metí por abajo de su ropa.

Trace pequeños círculos y delinee sus abdominales marcados.

Vi como sus nudillos se volvían blancos por la fuerza que ejercía apretando la esponja.

Me gusta causar cosas en él. Sonreí y dejé varios besos en su espalda.

Subí mis caricias hasta su pecho y volví a bajar, una y otra vez.

Finalmente me atreví a ir más allá y delinear la zona en donde empiezan sus boxers. Estire levemente el elástico de estos para introducir mis dedos juguetones de a poco.

Valen no evitó soltar un jadeo cuando sintió el contacto de las yemas de mis dedos rozando la piel cada vez más cerca de su entrepierna.

Compañeros de Calle; Wos.Where stories live. Discover now