𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟒

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Una vuelta. Otra vuelta.

Boca arriba, boca abajo.

Mi imagen plantándole la tarta de Otto en la cara a Joshua parece un disco rallado en mi mente. Pero es recordar como estropee la fiesta de Otto o las palabras de Damiano como si estuviera aqui aún.

Me levanto de la cama y me meto al baño.

Miro las pastillas y recuerdo todo lo que Damiano me ha dicho.

No puedo dormir.

Cojo un par de pastillas contra el insomnio y cuando dejo el bote en su sitio me doy cuenta la cantidad de pastillas que tengo en el armario. Es una mierda, soy una mierda.

Vuelvo a la cama y cojo la botella para tomarme las pastillas.

Me siento en la cama y suspiro.

Había probado todo, leer, ver una película, mirar al techo, incluso ponerme a contar ovejitas. Y me era imposible dormir pensando en las palabras que acababan de devolverme a la realidad.

Vuelvo a tirarme en la cama mirando al techo. Mi mirada se desvía al reloj que hay en la pared.

Tres de la mañana.

¿Dónde estaría ahora Damiano?

Tal vez devolviendo el piano que había puesto en el piso para mí. O diciéndole al casero que día se va. O comprando a los billetes para irse a Italia.

No puedo evitar pensar en como se habría sentido él todo este tiempo. 

Le había hecho daño, eso lo sabía.

Cierro los ojos pero aún me es imposible dormir. Ni siquiera un minuto.

Entonces pienso en las cartas. Pienso que desde que Damiano está aquí no le he escrito ni una carta y aún así podía dormir.

Esa era mi oportunidad, mi oportunidad de explicarle todo, mi oportunidad de decirle cuanto le amo antes de dejarle volar.

Me levanto y me siento en el escritorio con una hoja y un lápiz.

Querido Damiano:

Siento lo que ha pasado, y no me refiero solo a esta noche, sino ha todo lo que te he hecho sufrir. Realmente lo lamento y vengo a darte explicaciones.

Sobre lo de está noche, quería demostrarle que no le necesitaba (a Joshua) y bueno, digamos que le dije que tú besabas mejor y probablemente le dije que antes de ir habíamos hecho ciertas cosas. Supongo que mi mente quería que pasara al final.

Igualmente no es una justificación para mentir y fue él el que me beso, yo no pude hacer nada. Siento mucho que hayas tenido que ver eso.

Y sobre todo lo que me has dicho. Tienes razón. Te quería para mí. Pero no porque sea una egoísta, al menos no es lo que yo creo que soy. Es solo que eres un hombre tan guapo, amable, simpático, tan atípico. Tan diferente a los hombres que me había cruzado por la vida, que simplemente temí perderte.

Temí que te dieras cuenta que yo soy muy poco para ti. Temí la posibilidad de que te fueras con otra mejor que yo, entonces la simple imagen de Alessandra tocando las partes que yo solía tocar me ponía celosa, no te voy a mentir.

Y creo que me sentía insegura, muy insegura.

Tanto que la idea de cortar tú libertad fue la que me hizo tomar la decisión de irme de Italia. No solo el daño que la gente podía ocasionarme, no solo si me sentía atrapada.

Si no el dañarte a ti, el perderte a ti. Perder tú esencia. Y al final te he perdido de verdad.

Te diré una cosa y tiene que quedar entre nosotros. La única manera que tenía de dormir era escribirte una carta, de lo que fuese. Era como hablar contigo, era como sentirme en casa.

Te quiero, Cori.

Doblo la carta y pienso que hacer ahora.

Miro el reloj. Y media.

Quería entregarle la carta, y tenía que ser ahora.

Cojo el abrigo y las llaves y salgo a la calle. Tengo frío y está nevando por primera vez desde que estoy aquí. Podría decir que el tiempo trata de detenerme.

Pero ahora solo me importa él.

Corro por las calles de Sydney hasta el que era su mini piso alquilado.

Justo entra un vecino y trato de evitar que se cierre la puerta antes de que llegué y consigo entrar al viejo portal.

El olor a moho a viejo. Las paredes de ladrillo.

Trato de recordar cual era su piso.

-¿Vas a entrar?

El vecino tiene una mirada extraña. Se estará preguntando que mierda hace una tía en pijama y mojado por la nieve en su portal a las tres de la mañana, casi las cuatro.

Mi cerebro tarda en procesar que se refería a mi.

-No. No se preocupe.

Cierra la puerta del ascensor y me pongo a mirar buzones.

4ºA. Damiano David.

Dejo la carta en el buzón y me alejo del edificio en dirección al mío.

Por fin puedo tumbarme en la cama y dormir tranquila. Aún tengo sus palabras en mi mente, pero ya sé que he hecho lo correcto.

Y lo correcto sería dejarle libre y terminar nuestra historia.

Brividi ✔️ ꜰᴀᴍᴇ #2Where stories live. Discover now