^MY LADY ASTRID^

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Hiccup bufó al ver la cara de enojo que la mujer puso tras verlo y, además, tratar de evitarla. Después tendría que hablar con ella.

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Mansión Hofferson...

La menor de los Hofferson salía con precaución por la puerta oculta de su residencia, la cual se encontraba detrás de la misma, pero se alarmó cuando vió un auto negro y de lunas polarizadas estacionándose frente a ella.

En cuanto vió las pequeñas banderas de Inglaterra en los 2 extremos delanteros del vehículo, supo que se trataba de alguien del castillo.

Si corazón se aceleró cuando vió salir a Hiccup de aquel vehículo.

-Buenos días, majestad.- saludó haciendo una pequeña reverencia. Hiccup sonrió con ternura al verla.

-Buenos días, Astrid.- él imitó la acción.

-¿Qué está haciendo aquí?- preguntó curiosa, aunque también algo nerviosa, no sólo porque estaba al frente de su crush, sino porque cualquiera que pase por detrás de su casa, podría verlos.

-Sabes que conmigo no es necesario formalidades.- señaló el ojiverde- Y respecto a tu pregunta, quise pasar el día contigo. Ya sabes, para que no te sientas sola.- se rascó la nuca por los nervios.

-Oh, es un bonito gesto.- la rubia se sonrojó con fuerza- Pero estaba por irme a mi trabajo.- lamentó.

-No hay problema, puedo acompañarte y luego, si gustas, vamos a pasear a dónde quieras.- propuso él, sacándole una sonrisa.

-¡Claro!- aceptó ella.

El castaño caminó hasta su auto y abrió una puerta trasera, con su mano le hizo un gesto caballeroso.

-Adelante, Mi Lady.- le dijo y la ayudó a subir, luego él se sentó al lado de ella- A la Biblioteca Nacional, por favor.- le indicó a su chófer y este arrancó.

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El día había pasado, Hiccup veía con una sonrisa cómo los niños se despedían de Astrid uno por uno con un tierno abrazo, parecía que a la ojiazul le gustaba su trabajo.

-¿A dónde desea ahora, Mi Lady?- le preguntó en cuanto ella se acercó a él. La rubia se sonrojó por el piso que él le puso nuevamente.

-Ya va ser el atardecer, siempre los veo desde mi ventana, pero esta vez quiero verlo desde una mejor vista y contemplar su maravilla en el cielo.- respondió ella para luego hacer unos tiernos ojos que cautivaron más al ojiverde.

-Sé de un buen lugar.- dijo para luego tomarla de la mano y llevarla al auto. Debía agradecerle a Dios que no había nadie de la prensa para molestarlo, sino se metería en un gran problema.

Hiccup le indicó a su chófer que los lleve a un parque y, en cuanto llegaron, él bajó con Astrid para llevarla a una colina que el parque tenía, desde allí se podía ver por completo el atardecer.

Ambos se sentaron en el césped, mientras miraban al sol empezar a ocultarse.

-Esto es hermoso, Hiccup.- habló Astrid con suavidad- Nunca nadie había hecho esto por mí, ni siquiera mi familia cuando se los rogaba. Muchas gracias, de verdad.- le agradeció de corazón.

Aunque Haddock debía admitir que su radiante sonrisa y el brillo en sus ojos, eran más que suficientes como agradecimiento.

-Cuando quieras, Astrid.- respondió- Toma. Este es mi número personal, si necesitas volver a salir de casa o alguna otra cosa en la que pueda ayudarte, me llamas.- le dijo dándole un papelito con su número.