Capítulo 13

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Decidieron vivir en el departamento, hasta que naciera el bebé, luego concretarían sus planes de viajar a Rusia para comenzar una vida nueva.

Cuatro semanas después del incidente de Robin y Katerin, fue la cita con el doctor Whale, era un ultrasonido de rutina para chequear el estado del bebé y conocer su sexo.

"no tardo, amor", se propuso quitarle responsabilidades para que tuviera tiempo para descansar, por eso, en las mañanas, era quien se levantaba tempranito, preparaba el desayuno, ayudaba a Henry a ponerse el uniforme y lo llevaba a la escuela, luego, se pasaba par de horas consintiéndola para después cumplir su rutina con los negocios que necesitaban atención también.

"dame otro beso", terminaba de acomodarse la camisa frente al espejo, ella lo observaba con el dedo índice tocando levemente su labio inferior y alzando las cejas encantada de poder admirar cada una de sus acciones.

"la ropa se me puede estrujar", se hizo el importante para provocarla, esa pícara expresión de su rostro le dio poder sobre ella.

"en esta casa quien lava y plancha soy yo", comentó orgullosa de ser ella quien tenía la potestad de estrujarle la ropa para luego plancharla otra vez.

Sus ojos seguían llamándolo provocativamente impidiendo que pudiera continuar con su juego, sin embargo, resistió un poquito más.

"quizás no eres la única", la provocó otra vez y obtuvo lo que se merecía por atrevido.

"repíteme eso", a la velocidad máxima, saltó de la cama, llegó a su lado frente al espejo, lo abrazó por las espaldas y le habló intimidante con los labios pegados a su oído haciendo vibrar la voz en su piel, conocía que esa acción lo derretía completamente.

"que pueden haber muchas mujeres en mi vida", continuó el juego.

Al escuchar esas palabras, Regina se fue escurriendo para colocarse frente a él sin dejar de besar la piel descubierta por aquella caprichosa camisa que no le permitía mayor acceso.

"¿ah sí?", emprendió un camino de besos desde su cuello, pasó por su barbilla y le habló tan pegadito a sus labios sin comenzar el contacto que tanto deseaban.

"sí", se veía tan sensual hablándole en ese tono como que a ella no le importaba lo que decía, cuando era todo lo contrario, que le dio valor para seguirse resistiendo ante sus encantos.

"estoy segura de que ninguna de esas tantas mujeres te puede hacer esto", le plantó semejante beso que le quitó el aliento y se alejó de él luego de dar las conclusiones a su juego de seducción, "y cuando yo, la única mujer de tu vida, te pide un beso, tines que cumplir con sus deseos", caminó moviendo sus ligeramente ensanchadas caderas haciéndole la boca agua, entonces, no se dejó llevar más por su autocontrol, a pasos agigantados, la atrapó entre sus brazos para repetir ese beso que lo había dejado deseoso de entregarle el corazón y la vida entera si era posible.

"¿así es como te gusta?", estaba muda por su arrebato, además, el beso fue algo estremecedor, incluso para él.

"si no fuera por la cita con Víctor", su tono provocador, cambió a uno de completo lamento, sabía que despertó en ambos el deseo que siempre los enloquecía al punto de olvidarse hasta de sus nombres.

"ponte uno de tus vestidos más lindos", tomó sus manos, las besó y se marchó, sus palabras la dejaron curiosa, no le dio la oportunidad a que le preguntara, se escapó mientras pudo, también se quería controlar, todo su ser vibraba intensamente al terminar ese intercambio entre los dos, prefería comportarse juiciosamente, bajó las escaleras, Henry y Roland los esperaban para partir, los montó en el auto que se había comprado con una parte del dinero de la venta de la casa donde vivía con Katerin, condujo a la escuela, se despidieron y luego fue hasta la casa de Ela, cuidaría al niño más pequeño, mientras Regina y él, salían del hospital.

Sorpresas de la vidaWhere stories live. Discover now