La picardía surca sus facciones en forma de sonrisa ladina en cuanto me escucha. Niego con la cabeza al comprender por donde va aquel gesto.

¿Este hombre tiene fuerzas siempre o qué?

—Pensaba que te había dejado cansada...—Sus manos suben rebasando la cercanía de mi mejilla. El tacto de sus nudillos en mi piel me hace cerrar los ojos—, pero si no es suficiente, repetimos.

Me muerdo el labio reprimiendo una risa pero no puedo evitarlo, me revuelvo entre las sábanas dejando que el sonido se escurra entre mis labios esparciéndose por la habitación, llenándome el pecho.

—Es una oferta tentadora pero la verdad, prefiero caminar.

Elliot tira de mi hacia él, agarrándome con la mano libre la cintura. Sus orbes analizan con detención mi rostro por unos segundos hasta fijarse de lleno en mis labios. Mi vista desciende de forma intuitiva hacia los suyos, acelerándome los latidos. La electricidad entre los dos regresa como si nunca se hubiese apaciguado, haciendo que el estómago se me remueva movido por una sensación inconclusa, desconocida...demoledora.

—Caminar está sobrevalorado, mi amor —murmura divertido, sin desviar la vista.

Sus labios rozan levemente los mío al decirlo y aquello me desestabiliza tanto que tengo que tragar saliva antes de poder hablar:

—Claro, eso lo dices porque no eres tú el que luego...

Entonces Elliot rompe la distancia, de una forma que me provoca una montaña rusa de emociones. Sus labios atrapan los míos en un beso que acalla el reproche. Las palabras se hunden en lo más profundo de mi garganta cuando sus dedos se mueven tibios sobre mi piel. El escritor me atrae contra él pegando cada centímetro de mi anatomía a la suya, haciendo que le sienta a detalle, que sienta aquel momento más de lo que he hecho jamás. Tardo poco tiempo en darme cuenta de que el beso que compartimos es diferente a cualquier otro que nos hemos dado, que en esta ocasión el contacto de su boca moviéndose sin prisa sobre la mía me calienta el pecho de una forma inesperada...De una que no estoy segura si quiero sentir.

Y es que en ese instante, envuelta por sus brazos, me siento desnuda. No solo físicamente, sino de una forma más visceral, más íntima. Como si aquellos muros que antaño me protegían del dolor se hubiesen caído a voluntad, dejándole pasar. Dejando que se inmiscuya poco a poco en mis huesos, en mi piel...En mí.

Joder.

Me separo de él confusa, incapaz de mirarle a los ojos.

Me siento abrumada, quiero pensar que es a causa del cansancio pero no lo es, lo sé. Es por él, por lo que me hace sentir. No soy capaz de reconocer los sentimientos que se adueñan de mi cuando estamos juntos y eso me aterra porque sé que si le dejo entrar, que si de verdad lo hago, ya no habrá vuelta atrás. Se quedará una parte de mí para siempre, una que aún no sé si quiero darle. Y me da miedo. Que tenga todo ese poder sobre mí lo hace. No sé si puedo soportarlo, no sé si estoy lista para ponerle un adjetivo a mis sentimientos, si estoy lista para que esto sea real...

—¿Estás bien? —Su dedo índice acaricia la comisura de mis labios con suavidad, erizándome la piel.

Asiento notando como los latidos se me desbocan ante aquel gesto tan inofensivo. Le odio por ser así, por leerme tan bien, por hacerme tan difícil las cosas.

¿Él lo sentirá también?¿sentirá lo mismo que yo cuando estamos juntos? ¿ese tirón en las costillas cuando le toco?

El pecho se me oprime de forma dolorosa ante la idea opuesta, ante el pensamiento de no ser suficiente, de no merecer serlo...Y es que a estas alturas ya no tengo nada claro. Ha llegado un punto en el que solo me dejo llevar por las circunstancias. A la deriva, sin reparar si el mar está o no en calma.

Odio Irresistible [+18] © 30 DE ABRIL EN FÍSICO [1]Where stories live. Discover now