☾Capítulo 3☽

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Lo veo frente a mi y por un instante creo que es solo una imaginación. Nada más que un espejismo luego de todas esas veces, por más de un año, donde yo pensé en él. Luego dejé de hacerlo, de forma gradual abandoné su recuerdo como si nunca hubiera existido.

Pero lo peor es lo mucho que dolía.

Creo que si yo no lo culpara por irse cuando más lo necesitaba no dolería tanto. Aunque si lo pienso bien, Jaziel y yo nunca fuimos nada. Y eso fue lo peor.

Aceptar que lo amé, aunque para algunos fue estúpido. Fueron solo seis meses, seis meses donde lo nuestro no fue más que un ida y vuelta hasta saber que era él.

Yo no elegí enamorarme de Jaziel Levi King, solo llegó a mí, ocurrió de repente y me arrepiento.

Si pudiera elegir, no me volvería a enamorar de él. Porque tiene razón.

Yo soy de la clase de chicas que lee historias de amor y espera encontrar al príncipe azul. El problema es que eso no existe, porque él no es más que el villano de la historia. Y destruye todo a su paso, porque está roto.

El problema es que verlo frente a mí, con sus ojos negros penetrando mi alma, hace que mi respiración se corte y mi corazón lata con tanta fuerza que duele. No era consciente de que no estaba respirando hasta que él observó el suelo, justo donde Lobo había dejado el palo para enterrarlo y luego, me observa a mí como si quisiera saber todo lo que dice el lenguaje no verbal de mi cuerpo.

La cosa es simple. Es mentira que lo superé. No pude estar con nadie más porque siempre pensé en él y lo mucho que lo amé en tan poco tiempo, porque lo fue todo. Lo fuimos todo sin etiquetas de por medio.

No lo sabía pero... Él era la persona que más necesitaba y me enseñó a no necesitar a nadie.

No fué su culpa, y tampoco fue la mía. Solo fue la vida la que nos juntó inmaduros y con miedo a amar.

Pero algo dentro de mí me lo dice a gritos. Ya no estoy enamorada de él pero no puedo dejar de mirarlo como si quisiera decirle todo y no tuviera las palabras para hacerlo.

Se ve más grande, con el cabello blanco como si recién acabara de teñirlo. A veces pensaba que si volvía a verlo y no tenía ese rasgo característico en él me iba a ser imposible el reconocerlo, pero es imposible el no hacerlo porque J no es solo el cabello blanco, es todo lo que trae consigo.

Y es igual a hace un año, solo que podría jurar que su cabello es apenas unos milímetros más largo.

Viste de negro, como siempre y en el aire se percibe el olor a su perfume varonil. Parece más ejercitado, ligeramente menos flacucho y más musculoso. Segundos después de verlo con detenimiento me pregunto si él se pregunta si hay algún cambio en mí, más allá de mi cabello más largo y el delicado collar de oro fino que me regalaron para mi cumpleaños y que desde entonces siempre traigo.

J desvía la mirada de mí y toma el palo del piso, para luego arrojarlo ante mis ojos. Lobo sale a correr detrás de la madera y yo aparto la mirada cuando sus ojos negros vuelven a mí, y me estudia con aburrimiento.

Ese aburrimiento tan propio de él.

Y quiero decir algo, pero no sé qué decir. Es como si el aire se hubiera robado todas mis palabras. Me siento una niña que va a una batalla desarmada, y me pone nerviosa. Mi rostro se ruboriza como si me hubieran coloreado las mejillas de carmín así que mi mejor defensa es apartar la mirada.

¿Esto está pasando?

Me obliga a inhalar con fuerza cuando rompe ese peculiar silencio que se formó entre nosotros. En el que solo nos limitamos a mirarnos. Y es que no puedo dejar de fantasear con correr a sus brazos y abrazarlo, poder apoyar mi cabeza en su pecho y sentir su corazón latir con fuerza.

Malas Intenciones IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora