Capítulo 23

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Estoy de pie frente al espejo, mirándome de pies a cabeza. Aun no me creo que hoy sea el día, si, hoy me caso por la iglesia. Ayer fue nuestra boda civil y hoy al fin es nuestra boda religiosa.

Veo el vestido ceñido a mis curvas. Es un vestido corte sirena, el escote es de corazón, a la altura de las rodillas se encuentra un decorado en pedrería y al final un hermoso encaje adorna la falda. Llevo un peinado recogido, la joyería muy simple pero elegante. El velo cubre mi rostro y a la ves mi nerviosismo.

Respiro hondo al menos 3 veces cuando oigo que tocan la puerta. Tomo el ramo de flores y camino, mi padre deja caer la boca cuando me mira.

—Hija, estas hermosísima— me besa ambas manos y sostiene la derecha sobre su brazo —¿Lista? — pregunta mientras nos dirigimos al pasillo de la iglesia.

La música comienza a sonar y los invitados se levantan y giran hasta donde nos encontramos, pero para mi dejan de existir ya que al final del pasillo, en el altar me esta esperando él, Ricardo. Se ve tan sexy en su traje de novio de tres piezas en color negro, el chaleco y la corbata son de un gris claro.

Este hombre fue hecho para ser un Dios, sexy a más no poder. Cuando llegamos a su lado, mi padre le entrega mi mano a Ricardo y de un modo paternal le pide que me cuide y que me haga feliz. Beso a mi padre a modo de agradecimiento y tomo la mano del hombre que amo.

Nos posicionamos frente al padre y la ceremonia da inicio. Estoy tan nerviosa que me sudan las manos, mas bien toda yo estoy sudando, miro de reojo a Ricardo y el esta atento a las palabras del padre con una serenidad que yo no le conocía.

Estoy feliz, mas que feliz, dichosa llena de felicidad. Rodeados de amigos y de familiares, bueno de parte de Ricardo solo vino Chad, pero aun así se que él esta feliz. Lo importante es que compartimos este momento con las personas que verdaderamente nos aprecian.

Cuando le padre comienza a decir “El novio puede besar a la novia” lagrimas caen por mis mejillas y no puedo evitarlo.

—Espero que estés llorando de felicidad— dice susurrándome. Se que estoy haciendo el ridículo, pero estoy tan emocionada que no puedo parar.

—Mas que feliz, estoy llena de dicha por estar aquí contigo…— no me deja terminar, me toma entre sus brazos y me besa apasionadamente y los asistentes nos envuelven con aplausos.

—Es nuestro primer beso como marido y mujer, y me encanta, quiero muchos mas— me dice mientras caminamos a través del pasillo hasta la puerta.

Al estar afuera de la iglesia, nos comienzan a bañar, literalmente, en arroz. Las lágrimas desaparecen y son sustituidas por risas, Ricardo me ayuda a subir al coche para dirigirnos al salón donde se realizara la fiesta.

El chofer arranca y nos ponemos en marcha. Estoy acurrucada al costado de mi marido y me siento protegida y llena de dicha. Con su dedo me levanta la barbilla y me observa con atención.

—¿Te gusto nuestra boda? — pregunta un tanto serio.

—Por supuesto que si, aunque solo hubiéramos sido tu y yo, no me habría importado. Este día es uno de los mas felices de mi vida Ricardo y mas porque estoy a tu lado ¿No te gusto?—

—Si y lo que mas me gusto fue verte caminar hacia mi envuelta en ese vestido exquisito. Tus curvas se marcan a la perfección… créeme cuando te digo que no fue fácil estar frente al padre con una erección— eso me hizo soltar la carcajada y por mas que me quise controlar no pude.

Él me imito y ambos reímos de la situación. Lo abrace muy fuerte y el me devolvió el abrazo, nos besamos lento, disfrutando de la sensación de tener nuestros labios unidos.

Desastre... A Mediano Plazo (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora