Capítulo 20

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¿Escuche bien? Dijo que se tiene que casar, pero… ¿Por qué? Y lo peor de todo ¿Con quien? Estoy en el limbo emocional, como demonios voy a salir de todo esto.

Pasaron varios minutos de silencio, pero para mi se me hicieron eternos. Tengo mi vista fija en la mesa, desde que termino de hablar no he levantado la vista para nada. Me da miedo ver sus ojos, esos ojos que me hipnotizan y me idiotizan.

Respiro profundamente y me armo de valor para verlo, así que lentamente voy subiendo la mirada hasta toparme con sus bellos y cálidos ojos.

—Estoy asustado Nathaly, no has dicho nada. Por favor dime algo…—

—Em… bueno y cuando te casas— era una afirmación no una pregunta.

—Bueno, espero que ella ponga la fecha, pero mas pronto mejor— ¿Qué? Entonces…esos significa que ya tiene con quien casarse.

Me mata ver la enorme y deslumbrante sonrisa que tiene en su rostro. Mientras yo… no puedo más. Me levanto de golpe ante su sorpresa y me disculpo diciendo que voy al sanitario.

Entro en el baño y doy gracias a los dioses que esta solo, así nadie vera las pesadas lágrimas que caen por mis mejillas en contra de mi voluntad. Me sostengo del lavamanos con fuerza tratando por todos los medios de tranquilizarme y desearle lo mejor a el y a su esposa… dios tan solo el hecho de pensarlo me duele en el alma.

Siento que alguien entra así que me alejo de la puerta lo más que puedo, no me gustaría causar pena o peor aun risa.

Unas manos fuertes me rodean por la cintura y posa su cabeza en mi hombro. Veo a Ricardo a través del espejo, sin decir nada me gira hasta quedar frente a él. Con sus manos limpia mi cara de las lágrimas que siguen cayendo sin parar.

—¿Por qué lloras nena? — Este si de plano que es estúpido. Esa frase desbordo mi vaso de la paciencia. Con todas mis fuerzas lo alejo de mí hasta que topa con la pared.

—¡Eres un grandísimo hijo de puta! — Le grito sin contener mi enojo —¿Cómo se te ocurre preguntarme que porque lloro? Se te hace poco todo lo que me has dicho hoy— hace ademan de hablar y no lo dejo —Cállate, no me digas nada, eres un insensible— tomo aire para continuar diciéndole sus verdades.

—Como quieres que no llore si me acabas de decir que te vas a casar y por lo visto ya tienes con quien ya que esperas que sea ella quien escoja la fecha—

—Si me dejas…—

—¡¡Cállate!! ¿Quién es? ¿La conozco? Eres un bastardo, insensible y sin escrúpulos, como pudiste hacerme esto, yo te quiero y ve como me pagas. Esto no se va a quedar así, me las vas a pagar oíste ¡Me las vas a pagar! — me acerco a él con todas las ganas de golpearlo, pero Ricardo sujeta mi mano derecha así que levanto la izquierda pero también la detiene a la altura de mi cabeza.

—¿No vas a decirme nada? ¿No vas a defenderte? — lo veo respirar y mirar mi mano izquierda atentamente, eso me hace enfurecer mas y le arrebato mis manos —¿Qué? Nunca has visto mis manos, pues velas bien— levanto ambas manos a la altura de su vista pero… un segundo algo brilla en mi mano izquierda.

Lentamente giro mi mano para poder ver lo que brilla tanto. Mi boca cae abierta ante lo que veo —No es posible— susurro mas para mi, pero se que él también lo escucho. Observo con mayor detenimiento el anillo que hasta hace unos momentos adorna mi mano —Lo he visto en algún lugar—

—Si soy honesto me costo trabajo encontrarlo— levanto la mirada y en sus ojos veo mi propio reflejo, llena de asombro y de esperanza —Es un anillo de platino, esta entrelazado por filas de diamantes para realzar el corte oval del centro la cual destaca por su color azul— Estoy confundida y un poco mareada.

—Además gano un premio— dice orgulloso de su información.

—No entiendo ¿Por qué tengo este anillo? — De pronto me cae el veinte —Dios, todas las cosas que te dije— me tapo la boca con horror, él se acerca y me abraza y no logro evitar que mas lagrimas caigan.

—Para ser honesto jamás creí que fueras tan celosa, pero me siento fenomenal de que seas posesiva conmigo nena— me dejo abrazar por el sin decir nada —Tenia planeado pedírtelo de manera mas romántica pero no me dejaste opción cuando huiste furiosa al baño—

Levanto mi cara de su mojado pecho y lo observo con detenimiento, abro los ojos al verlo hincarse y tomar mi mano izquierda.

—Nathaly, tienes puesto el anillo de compromiso, pero quiero que sepas que me harías el hombre más feliz del universo si aceptas ser mi esposa. Se que puedes llegar a pensar que lo estoy haciendo por la herencia, pero no puedo seguir negando lo que siento por ti, quiero compartir mi vida contigo, quiero verte en mi cama y despertar junto a ti todos los días de mi vida— mis lagrimas no dejan de caer, pero ahora son de felicidad.

Guardo silencio por un momento, quiero hacerlo sufrir un poco, así que me saco el anillo del dedo y coloco frente a su mirada, él lo observa y después a mi.

—Toma el anillo Ricardo— digo en un tono frio, el me observa y no sabe que decir —Tómalo y vuelve a hacerme la pregunta— con dedos temblorosos lo toma.

—Nathaly ¿Te quieres casar conmigo? — hago silencio y después de ver su cara de sufrimiento, sonrío y coloca de nuevo el anillo.

—¡Claro que si! — Ricardo se levanta y lo beso de forma pasional. Mis manos recorren su pecho, espalda, sus brazos. Quisiera en este momento estar en un lugar privado y hacerlo mío.

Se aleja de mi besos y con su picara sonrisa lo veo cerrar la puerta del baño con seguro y comienza a abrirse el pantalón para mostrarme lo mucho que me desea.

—Nena no me hagas esperar, abre esas piernas y muéstrame tu rajita mojadita— con solo oírlo me mojo más.

—Eres un mal hablado y me fascina— me quito la panty y me subo la falda hasta la cintura, sus ojos me demuestran lo mucho que me desea.

—Pon tus manos sobre la pared y ábrete bien— lo hago y lo siento colocarse detrás de mi —Nena estas mojadita y lista para que te la meta— gimo como respuesta, debería de darme pena o vergüenza que me diga esas cosas, pero no lo voy a negar, me encanta que me hable sucio.

Con una fuerte estocada entra en mi, sus manos se entrelazan con las mías y hace una inclinación para poder entrar mas profundo.

—Nena, estas mojada y resbaladiza ¿Sientes con que facilidad entro y salgo de ti? Dios me vuelves loco— me da un azote en la nalga y me muerde el hombro a la vez. Esas dos cosas junto con su vocabulario me hacen llegar al orgasmo en seguida.

—Me gusta sentir como tu vaginita me aprieta mientras te vienes, oh eres una diosa sexual— comienza a lamer mi cuello y a darme pequeños mordiscos que me encienden mas— ¿Te gusta? —

—S…i…— logro responder entre jadeos.

—¿Te gusta que te la meta? ¿Así? — hace un movimiento circular que me lleva al borde del abismo.

—¡Si! — le grito —Me gusta, dios que placer— después de un tercer orgasmo Ricardo llega al suyo. Nos quedamos pegados, tratando de normalizar nuestras respiraciones.

—No sabes las ganas que tengo de poseerte solo con el anillo puesto— me lame el cuello y gimo en respuesta, lo siento endurecerse aun estando dentro de mi —Nena, volvemos a empezar— y comienza a moverse otra vez.

Desastre... A Mediano Plazo (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora