Capítulo II: Humanidad

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Nos divertimos caminando y presentándonos, pero lo mejor, fue cuando llegamos a la ciudad. Casas grandes, edificios, semáforos que gracias a leer libros sabía lo que eran... Todo un panorama nunca antes visto frente a nuestros ojos, un panorama que claramente amaba.

Yo era la que más sabía del grupo, así que unidos, les iba explicando lo que había oído de las tiendas, librerías, bibliotecas, cafeterías, y cualquier lugar al que fuimos pasando. Sorprendentemente Marcos parecía que había vivido un poco siendo humano, ya que a veces recomendaba no entrar en ciertos lugares, como por ejemplo nos contó que la estación de policías no era una tienda, porque se lo habían dicho en el anterior lugar en el que estaba encerrado.

En ese momento feliz no pensaba preguntar, pero se me ocurrió la idea de que sería lindo hablar con él más adelante, sobre todo para enterarme qué era lo que sabía y si había experimentado algo por su propia cuenta. No me iba a mentir a mi misma, estar con el grupo en parte me hacía sentir una conexión con el sentimiento de novedad y desorientación, pero al ser todos híbridos inevitablemente me sentía distinta al resto, con o sin cualidades que el resto tenía. Por ahí, esa conexión con Marcos podría hacerme sentir más en mi círculo.

La noche fue cayendo a medida que nos acercábamos cada vez más a lo que yo conocía por centro, ya que la cantidad de casas disminuía y la cantidad de negocios aumentaba. La multitud no era algo que me tranquilizaba, pero al lado del grupo la verdad no tenía miedo a pesar de las miradas.

—Eu, tengo una pregunta—murmuró Marcos con algo de nerviosismo en su voz, haciendo que el grupo pare de caminar—¿Qué piensan hacer en la noche?

—La verdad yo no sé—comentó Azura, con un tono opuesto al de Marcos—¿Tienen alguna idea?

Jael negó de manera algo efusiva, luciendo igual de preocupado que Marcos, y Cary simplemente se encogió de hombros.

—¿Les parece ir a un bar? Es un lugar con música donde la gente va a comprar bebidas y hablar o bailar.

—Me parece bien—respondió Cary, haciendo que el resto asienta y sigamos caminando sin mucha más vuelta.

Claramente no estaba pensando en dónde dormir cuando dije eso. Claramente, estaba tan concentrada en la experiencia nueva que, otra vez, me había olvidado de las funciones vitales básicas.

—Hey, es medio raro esto, ¿no? Tu seguro conoces más sobre las ciudades, y vimos tantas cosas materiales... Pero siento como si no quisiera nada—comentó Azura con un tono medio perdido, como si siguiese divagando en su cabeza sobre la situación actual.

—Siendo sincera, siento lo mismo sobre los objetos que no leí. Aún no sabemos las funciones de muchas cosas, así que supongo que por eso no las deseamos—respondí dándole la razón, dándome cuenta de lo realmente apartada que estuve de la sociedad todos esos años—. Otro ejemplo de algo que no entendemos es la vestimenta. La gente nos mira raro, y aún no entiendo el porqué. Supongo que realmente vamos a tener que aprender a vivir como humanos, incluyéndome—admití con una sonrisa, sacando una aún más amplia de Azura. Lo que indirectamente quería después de tener mi primer intercambio serio pero tranquilo con ella. Se había sentido bien.

Entre comentarios y risas con los grupos aún un poco marcados, cayó la noche y presenciamos cómo sólamente ciertas tiendas cerraban, y mayormente las de comida no. Pero yo no quería ir a cualquier restaurante, así que no paré de caminar hasta ver lo que había leído y escuchado. Un bar. Quería ir con tanto ímpetu a estos bares porque supuestamente iba mucha gente, algunas "normales", pero también muchas "raras". Si había un lugar para conocer qué era lo que era normal o lo que no, ese era un bar. Al menos así lo pensaba en ese momento. Otra de las razones, era que supuestamente los bares estaban hechos para conocer personas. Claramente, quería conocer otras personas aparte del grupo con el que caminaba en el momento.

Nueva Sociedad©Where stories live. Discover now