Prólogo

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Mientras se peina delante el espejo, Lauren recuerda la primera vez que pisó su instituto hace varios meses atrás. Recordó a aquella chica ingenua que soñaba con un romance como el de los libros, se mira ahora y ríe, notando cuánto ha cambiado. Su teléfono vibró en el bolsillo de su chaqueta, era un mensaje de Mil amores avisándole que ya la estaban esperando.

Terminó de peinar su cabello y lo recogió en una cola alta, tomó su maleta y se dirigió hacia la puerta. Justo antes de salir se detuvo y miró una última vez su habitación, miles de recuerdo pasaron por su mente.

Una guitarra, un cigarrillo, una canción, la escuela y su primera vez, las fotos del primer amor. Tantos recuerdos en su habitación.

Pero todo eso se iba quedando atrás. Cerró la puerta de su habitación y bajó las escaleras. Su madre y abuela le esperaban abajo para despedirse. Ambas estaban orgullosa de ella.

—Dale un beso a mi hermanita de mi parte—le pidió a su madre y esta asintió.

Se acercó a su abuela, besó su frente y le recordó que había sido su segunda madre y hasta más que eso. Dándoles una última sonrisa fue hasta su coche. Su teléfono volvió a vibrar por segunda vez, era otro mensaje de Davanys pidiéndole que se apresurara. Encendió el coche y condujo hacia las afueras de la ciudad, hasta aquel lugar abandonado, donde le esperaba aquellas tres chicas que habían cambiado tanto su vida, aquella tres chicas que se habían vuelto tan importante para ella, esas que se consideraba su otra familia.

—Por un segundo pensé que no llegarías—le dijo Lilian mientras sacaba un cigarrillo el cuál Lauren le arrebató de sus manos y encendió. La rubia le dio una mirada de odio, pero en el fondo sabía que lo hacían por su bien.

Eilen se acercó y apoyó el brazo en el hombro de Lauren. Ambas se miraron y se transmitieron miles disculpas la una a la otra.

—Perdón por lo de la pintura—habló Eilen.

—Perdón por romper nuestra amistad—respondió Lauren y ambas se abrazaron.

Eilen colocó un mano en su pecho y levantó la otra,—Prometo cumplir el artículo 24.

—Prometo cumplir el artículo 24—repitió Lauren con una mano en su pecho y la otra levantada.

—Bueno amiguis ya es hora de irnos—dijo Davanys mientras saltaba sobre aquella loma de tierra donde estaba enterrado aquel secreto que las cuatro guardarían de por vida. La cicatriz de su frente producto al golpe que recibió aquel día ya casi había desaparecido por completo.

Lilian dejó caer una flor en el lugar y murmuró un "que duermas bien" antes de darse la vuelta y subirse al coche.

—¿Preparadas perras?—preguntó Eilen antes de poner el coche en marcha.

—¡Siempre!

Bitches friends forever.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora