Capítulo 11

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Eran cerca de las once a.m. cuando llegaron a la casa. Mantacor soltó un relincho a modo de saludo cuando se acercaron, y TaeHyung sonrió. Una vez que desensillaron y cepillaron los caballos, se detuvo a ver al caballo blanco por un breve momento y luego se dirigió a la casa para preparar el almuerzo para SaeRon y él. SeokJin lo sorprendió al regresar a casa solo para el almuerzo. SaeRon, una vez que habló con su hermano sobre el saco de boxeo, desapareció escaleras arriba, con una excusa inventada para darles un poco de privacidad. SeokJin y TaeHyung almorzaron en la cocina mientras charlaban. TaeHyung le preguntó a SeokJin sobre todo el proceso del rodeo. Resultó que en el próximo par de semanas traerían las últimas cabezas para marcarlas y a partir de ahí unas irían al campo y otras a la venta. SeokJin le explicó cómo y por qué castraban a los novillos, y TaeHyung recordó las cosas que había visto en la tienda ese día.

— Tú... eh… no comes criadillas, ¿verdad? —Su expresión torcida por el asco.

SeokJin se rio y asintió. —Sí. Me encantan. Ehh, no te preocupes, tendrás la oportunidad de probarlas en la barbacoa de fin de rodeo que tenemos cada año.

—No lo creo —exclamó TaeHyung, llevándose la mano a la boca para cubrírsela.

—¡Oh, vamos! ¿Dónde está tu sentido de la aventura? — objetó burlándose, sus labios curvados en una sonrisa amplia.

—¡No creo que mi sentido de la aventura llegue tan lejos, Jin! —Sacudió la cabeza y se puso de pie para llevar su plato al fregadero, pero SeokJin lo agarró al mismo tiempo. Cerró su mano sobre su muñeca, la que no tenía el brazalete, y pasó el pulgar sobre la piel sedosa, observando cómo los ojos de TaeHyung se oscurecían con placer.

La voz de SeokJin sonaba ronca de necesidad cuando tomó la palabra. —Espero que esto me de algunos puntos.

Una ráfaga de color cubrió sus pálidas mejillas ante la sugerencia detrás de las palabras de SeokJin, y tragó saliva.

— Yo... creo que sí. —El rubor se agudizó con su respuesta, y bajó la mirada a la mesa. Liberando su muñeca, SeokJin se puso de pie e hizo un guiño a TaeHyung respondiéndole solo con una palabra.

—Bien — dijo antes de salir.

Su cuerpo se sentía caliente por todas partes y un hormigueo recorría su muñeca donde SeokJin lo había acariciado. El pulso golpeaba rápidamente por sus venas, y tomó un largo trago de su limonada helada, tratando de enfriar su interior. La tarde se fue más rápido de lo que quería, y pasó algún tiempo limpiando la casa, incluso la habitación de SeokJin, recogiendo la ropa esparcida por el suelo. Trataba de mantenerse al día en la medida de lo posible, lavando la ropa todas las semanas para asegurarse de que el hombre tuviera ropa limpia. Le sorprendía lo vago que era SeokJin realmente. Sin embargo, pensó que era de esperar, ya que pasaba mucho tiempo trabajando en el rancho y solía llegar a casa agotado. Pasó el pulgar a través de las camisas que estaban en el armario del vaquero, aspirando profundamente el olor de su colonia que nunca se iba. Era un olor fuerte y picante del que no podía tener suficiente. La cama estaba deshecha, el edredón tirado a un lado en su prisa por llegar a TaeHyung ayer por la noche.

Lentamente hizo la cama, con las mejillas ruborizadas y su respiración cada vez más pesada, imaginando a SeokJin acostado en ella. Se mordió el labio cuando sintió que su miembro se movía, y retrocedió, tratando de controlarse. No había nada malo en sentirse atraído por el hombre, le gritó una voz en su corazón, pero, por supuesto, su mente, siempre sensible, le gritaba que dejara de ser estúpido. Pasión significaba dolor. Pasión significa que te utilizaban y te dañaban. Luchando consigo mismo internamente, recogió el cesto de la ropa y se dirigió escaleras abajo. Puso la primera carga y dejó el resto a un lado, preparado para otro lavado.

𝐁𝐞𝐡𝐢𝐧𝐝 𝐌𝐲 𝐒𝐜𝐚𝐫𝐬  ➻ 𝐽𝑖𝑛𝑇𝑎𝑒Where stories live. Discover now