Capítulo 1

1.4K 118 13
                                    

Unas manos lo agarraban. Sus ropas fueron despojadas de su cuerpo, rasgadas cuando los hilos cedieron por los fuertes y violentos tirones. Su súplica para que se detuviera inundó la sala, y tras ella, sus gritos de agonía al sentir cómo lo violaban. El olor a almizcle del sudor y el alcohol, llegó a su nariz, mientras permanecía debajo de él, amordazado, y el hombre se empujaba en su cuerpo. Su mente se cerró, y no sintió nada, no oyó nada, no era nada. Los dedos se clavaban profundamente en su carne, provocándole moretones. De repente, el calor caliente inundó su interior y el cuerpo del hombre colapsó encima del suyo.

Antes de que pudiera tratar de moverse, un dolor punzante azotó un lado de su cara, y volvió a gritar cuando la sangre se derramó por su rostro, llenando su nariz y su boca, ahogando sus gritos. Tosió una y otra vez, tratando de impedir que el líquido cobrizo llenara sus pulmones. —¡Ahora, nadie te querrá! ¡Serás mío para siempre!


Kim TaeHyung se estiró en la cama, jadeando para respirar, su cuerpo sudando profusamente y empapando las sábanas. El terror lo golpeó al recordar lo que había intentado olvidar, pero era demasiado difícil. Sus ojos de color violeta deambularon por el apartamento en mal estado de una sola habitación que había alquilado, en busca de cualquier demonio oculto en las sombras.

Se desplomó sobre la cama, luchando por controlar su respiración y frenar la ola de terror. Los eventos de ese día, habían abierto la puerta a sus recuerdos. Tenía diecinueve años, vivía solo, y hoy lo habían despedido de otro trabajo. La causa de que lo despidieran siempre terminaba siendo que no podía controlar sus ataques de pánico por el miedo a los hombres grandes. Suspirando, TaeHyung se pasó una mano delgada y temblorosa por su rostro. Sabiendo que no sería capaz de volver a dormir, se levantó de la cama para prepararse una taza de café.

Encendió una luz y se acercó al fregadero para llenar la cafetera con agua. La puso a hervir, y se sentó a esperar encendiendo un cigarrillo. El apartamento en el que vivía era todo lo que podía permitirse, sucio y pequeño, con una sola habitación en la que coexistían la cocina y el dormitorio, y un pequeño cuarto de baño contiguo en el que apenas se podía dar la vuelta. Levantó su mano para trazar la fea cicatriz que discurría haciendo una curva desde su ojo izquierdo hasta la esquina de su boca. Debido a su cara, nadie quería contratarlo para algo más que trabajo duro. La mayoría de la gente encontraba difícil no mirarlo, y se hacían preguntas o se disgustaban y se marchaban. Mañana tendría que volver a la agencia de empleo y ver si había otra cosa para él. El director tenía que estar cansado de él, pero no podía cambiar el profundo miedo asentado en su interior que le debilitaba las rodillas.

Cuando el café estuvo listo, apagó su cigarrillo, agarró la única taza que tenía, la enjuagó, y la llenó del humeante líquido. Lo olió apreciándolo y tomó un sorbo vacilante, haciendo una mueca cuando se quemó la punta de la lengua. Siempre había sido delgado. Su pelo negro hasta los hombros, dispuesto alrededor de su cara, le daba un aspecto aún más angelical. Atraía a hombres que no quería. 
Podía tener una estatura promedio, sólo cinco pies y seis pulgadas, pero era fuerte físicamente, debido a los muchos trabajos que había realizado que requerían levantar objetos pesados. A pesar de la musculatura que había adquirido debido a ello, todavía se acobardaba cuando se enfrentaba a los machos dominantes. A pesar de la inestabilidad emocional de todo lo que le había sucedido en su vida, hacía su mejor esfuerzo para no dejar que los pensamientos y los recuerdos lo controlaran. 

El amanecer se extendía por el cielo, por lo que TaeHyung subió a ducharse y vestirse con uno de los pocos conjuntos que tenía. Bloqueó su puerta, con cerrojo incluido, y bajó por las escaleras, teniendo cuidado con el vagabundo borracho que estaba al fondo. El área donde residía no era considerada como la más higiénica ni la más segura, pero era barata y lo único que podía permitirse. El tráfico comenzó a fluir pesadamente en las calles de Nueva York mientras él recorría poco a poco su camino entre la multitud de transeúntes hacia la agencia de empleo. Cuando llegó, le dio a Kim Rae Won, el director, una sonrisa tentativa. 


𝐁𝐞𝐡𝐢𝐧𝐝 𝐌𝐲 𝐒𝐜𝐚𝐫𝐬  ➻ 𝐽𝑖𝑛𝑇𝑎𝑒Where stories live. Discover now