11.- Triste adiós

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GRACIAS A SU INTERÉS Y APOYO A LA HISTORIA CONTINUAMOS CON MÁS ACTUALIZACIONES.

AQUÍ LES DEJO EL NUEVO CAPÍTULO.
¡DISFRÚTENLO!

Después de una larga enfermedad, don Serafín Obregón, dueño del rancho "Los Manzanos" y el hombre más rico de San Benito, falleció bajo la sombra del gran árbol que él mismo sembró junto a su hijo Samuel, padre de LOS SEMENTALES

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Después de una larga enfermedad, don Serafín Obregón, dueño del rancho "Los Manzanos" y el hombre más rico de San Benito, falleció bajo la sombra del gran árbol que él mismo sembró junto a su hijo Samuel, padre de LOS SEMENTALES.

Don Serafín se durmió para jamás despertar, siendo Julián, su enfermero, el primero en darse cuenta que el anciano había muerto.

El doncel se hincó frente a la silla de ruedas y recostando su cabeza en las rodillas del anciano comenzó a sollozar: despierte don Serafín... no se vaya todavía, abra sus ojos, abuelo... despierte, abuelito, despierte...

Desde la casa, Tomasa, la ama de llaves, se percató que algo ocurría, por lo que muy angustiada se apresuró a la colina del jardín, donde encontró a Julián sollozando.

La escena era más que obvia, por lo que con lágrimas en los ojos, la mujer dijo: Dios Mío, Julián, no me digas que don Serafín está...

Julián: sí, Tomasa, el abuelo acaba de fallecer...

Tanto el doncel como la mujer se abrazaron fuertemente llorando desconsolados por la partida de don Serafín.

Tomasa: pero ¿cómo ocurrió? Hoy lo vi despertar bien, con ánimos, anoche incluso cenó en el comedor...

El pelirrubio respondió entre lágrimas: sus pulmones ya estaban muy débiles y su corazón también... el doctor Montero me dijo que esto podría pasar en cualquier momento... al menos, nos queda el consuelo que don Serafín no sufrió... falleció durmiendo, como un bebé...

En esos momentos, Diego regresaba al rancho y al estacionar su camioneta frente a la casa, vio que Tomasa, Julián y su abuelo estaban en la colina... al ojinegro se le hizo extraña la actitud del enfermero y la ama de llaves, por lo que corriendo se acercó a ellos.

Al encontrarlos llorando y a su abuelo inconsciente, el semental preguntó con la voz entrecortada: ¿q-qué pasa? ¿p-por qué están llorando? Mi abuelo está durmiendo ¿verdad?

En su corazón, Diego sabía lo que ocurría, pero necesitaba que alguien se lo confirmara.

Diego: díganme que mi abuelo está durmiendo... díganmelo...

Con el rostro bañado en llanto, Tomasa habló: no, Diego, el abuelo no está durmiendo... don Serafín acaba de morir...

Sintiendo un golpe en el corazón, Diego empuñó con fuerzas sus manos haciendo un enorme esfuerzo para no soltarse a llorar como un niño.

Los SementalesWhere stories live. Discover now