Todo de mí

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Cuando desperté, una nubla oscura me impedía ver dónde me encontraba. Froté mi sien con pesadez; sentía que mi cabeza estallaría. ¿Qué hora sería? Giré mi cabeza hacia el lado y vi una luz verde, que reflejaba la hora: la una de la madrugada. ¿Dónde estaba? Me levanté y miré a mi alrededor. Mi vista enfocó a una habitación enorme. Inhalé profundo...Ese olor...Olía a Derek por todas partes. Me levanté despacio y me sobresalté cuando lo escuché al fondo.

- Al fin despertaste. ¿Cómo te sientes?

- Siento que mi cabeza podrá explotar en cualquier momento-le dije, frotando mi sien, incorporándome en la cama-. ¿Qué me pasó? Lo último que recuerdo es que estaba en la fiesta de Alejandra.

-Te desmayaste. Se te olvida que eres una niña todavía y tu cuerpo no tolera demasiado el alcohol-puse los ojos en blanco, él parecía preocupado. Se acercó a mí y me tomó la mano. Yo la aparté de un tirón-. No sigas, Susan. ¿Qué te sucede? Me has vuelto loco las últimas horas.

- ¡No me pasa nada!-le dije, cortante y aparté la vista. Él tomó mi barbilla, delicadamente.

- No digas que no sucede nada, cuando sabes que no es así. ¿Qué pasa? Tú no eres así-seguí sin mirarlo a los ojos. Sentía mi pecho apretado del coraje. Después de unos segundos, exploté.

- ¡¿De verdad no sabes qué me pasa?! ¡No puedes ser tan cínico! Es increíble que después que te vi con Rebeca en tu casa, pretendas que esté tranquila contigo, como si nada hubiera pasado...

- ¿Es eso?-Dijo, soltando el aire contenido. Su tranquilidad más me alteró.

- ¡¿Te parece poco que después que te revuelcas con ella en la cama, tenga que aguantarla metida en tu casa?!-Ya estaba demasiado alterada. Mi corazón latía a mil por hora y él seguía tranquilo, observándome. Eso aumentaba mi rabia-. Y para el colmo apareces en la fiesta sin haberme dicho nada.

-Te lo hubiera dicho si no hubieras decido ignorarme todo el día-estaba hablando con mucha calma. No parecía molesto, al contrario, parecía relajado. Lo opuesto a mí.

- ¡¿Por qué estaba ella en tu casa?! Es más, no me contestes, no quiero saber. Es obvio que todavía quieres clavártela-estaba fuera de mí, no me sentía yo. ¡Estaba tan enojada! Sentía ganas de aventar todo. Me levanté para irme, pero él haló mi brazo y me acercó a su pecho. Ya estaba de pie frente a mí.

- ¿Cuándo vas a entender que ya no puedo estar con alguien más que no seas tú?-Me dijo, en un susurro a mi oído. Mis vellos se erizaron y mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho. Yo trataba de no sostener su mirada, pero él insistía-. Mírame, mírame- me decía, mientras yo desviaba la vista de sus ojos-. No sé qué me hiciste, Susan, pero ya no puedo pensar en nadie que no seas tú. No soporto la idea de verte con alguien más. Cuando hoy te vi con el tipo aquel, sentía que me moría de celos-yo resoplé, molesta, pero él continuó-. No entendía por qué me hacías eso. Me vuelves loco, Susan, de miles maneras. No eres como las demás, contigo no sé qué pueda pasar. Contigo todo es diferente, eres impredecible y eso me desquicia, me desquicia de una manera que me gusta, me hace querer buscarte.

-Suéltame, ve con Rebeca-le dije, forcejando, pero él continuaba, haciéndome sentir vulnerable. Sus palabras se metían en cada célula de mi cuerpo, impregnándose como líquido en una esponja.

- ¿Rebeca? No tienes ni idea de lo loco que me traes, ella no significa nada. No tengo necesidad de exigir más, contigo todo lo tengo.

- ¡Ay, por favor! Tú eres y seguirás siendo un mujeriego-le dije, un poco más calmada, pero aún molesta.

-Demonios, Susan, de verdad no tienes idea de cuán grande es esto que siento por ti. Di lo que quieras, dime mujeriego, egocéntrico, lo que quieras. No puedo cambiar mi pasado, pero lo que sé es que tú has cambiado mi presente, poniéndolo de cabeza. Tú me haces querer dejar todo atrás. Mierda, ni siquiera sabía que podía decir tantas cosas cursis en cuestión de segundos - esas palabras hicieron que me calmara por completo. Mi rabia desapareció, pero no se la iba a poner tan fácil.

Mi vecino misteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora