Un fantasma o algo parecido.

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Capítulo Uno.

     A Park Jimin le encantaba el manga, no recordaba ningún momento de su vida que no fuera de esa manera. El chico de apenas quince años, podía pasar horas y horas enteras leyendo uno tras otro. Amaba leerlos, era un consumidor por excelencia. Sin embargo, su amor por aquel mundo no terminaba ahí, pues, no solo se dedicaba a ensimismarse dentro de las obras que otros creaban, sino que, él también creaba las suyas. Al comienzo, solamente eran algunos garabatos, rayas y círculos que simulaban ser cuerpos o puntos que pretendían ser gotas de lluvia. Todo esto acompañado de unos pobres diálogos con apenas sentido, pero luego fue mejorando a tal punto que, era una combinación con suficiente sentido que comenzó a publicarse en el periódico escolar.

Vamos, que sus dibujos aún no eran la gran cosa, pero era algo que sin duda alguna le hacía sentir orgulloso de sí mismo. Además, que, podía seguir mejorando cada vez más, por lo que no se preocupaba por ser excelente en ese momento.

Jimin pasaba la mayor parte del tiempo dibujando, incluso en las horas escolares se tomaba la astucia de engañar a sus profesores, ocultando las hojas de papel en blanco y la tinta negra tras los pesados libros de las diferentes cátedras que era instruido. Sus compañeros solían alabar su trabajo, aunque no compartían su afición a un nivel tan elevado. Solían decirle que sus dibujos eran los mejores, aunque ciertamente, no había nadie con quien compararlo en el salón de clases. Bueno, al menos no había nadie hasta que un día, cuando Jimin cursaba octavo grado, otra tira de manga salió junto a la suya, firmada con el nombre de Jeon Jungkook.

Jeon Jungkook.

Jimin intentó darle cara al nombre que leía, sin embargo, no obtuvo resultado alguno. Sabía que, en efecto, era uno de sus compañeros de clases, siempre había estado en la lista unos números más arriba del suyo, pero Jimin jamás de los jamases, le había visto poner un pie en el instituto. Era como un fantasma o algo parecido, según Jimin.

Sentado en su silla en el salón de clases, Jimin se balanceó de atrás hacia delante, mientras su cabello se batía al mismo ritmo que su cuerpo, como hilos de oro que estaban siendo azotados por el aire. Llevó su lapicero a la boca, mordisqueándolo por la ansiedad acumulada en su cuerpo y cerró los ojos esperando que el timbre sonara para poder salir del aula y leer en paz el cómic que no pudo terminar la noche anterior. Uno de sus compañeros le dio un pequeño golpecito en el hombro para que dejara de moverse tanto. Seguido de eso el timbre retumbó en toda el aula de clases, logrando que todos se levantaran al mismo tiempo, en una lucha por quien salía primero por la diminuta puerta corrediza de madera. Jimin no fue la excepción, tomó el periódico escolar en sus brazos y escabulléndose entre el tumulto de gente, se deslizó hasta salir del montón.

Cuando estuvo lejos del bullicioso caos de la puerta, Jimin dirigió sus pasos de manera automática hasta el sitio más alejado del patio del instituto. Era costumbre ir ahí, siempre lo hacía, pues era el único lugar en el que hacía ligeramente silencio y podía leer a gusto. Jimin acomodó su uniforme y se sentó debajo del viejo roble de manzanas con sus piernas en flor de loto, tomó el cómic que había comenzado la noche anterior en sus manos y dejó el periódico de lado. Aunque pronto, cambió de idea al recordar a Jeon Jungkook y su publicación. No le había puesto más atención en clases que a su nombre, por lo que, lleno de curiosidad, Jimin buscó rápidamente la columna en dónde la tira de manga del chico se encontraba.

Jimin abrió los ojos en su sitio, asombrado por la elegancia de los trazos y por la Inmaculada técnica. No había diálogos en ellos, pero sus dibujos eran tan claros y precisos, que no era necesario tener guiones para entender la historia que era contada. Jimin los miró una y otra vez, intentando buscar alguna falla técnica, pero no había nada, absolutamente nada y eso le dejó completamente asombrado. Dejó el periódico de lado, tomando de vuelta su cómic, aunque, los dibujos de Jungkook no dejaron su mente de manera tan rápida, de vez en cuando, mientras pasaba de una hoja a otra, el recuerdo del trabajo de Jungkook llegaba a su mente. No podía creerlo, sobre todo porque Jungkook debía tener su misma edad y simplemente parecía estar en otra liga mucho más avanzada.

No sentía envidia, pero si qué estaba un poco receloso. No le importaba que otro compañero fuera tan bueno en el dibujo, pero sí que quería ser igual de bueno.

Cuando volvió al salón de clases, Jimin tomó su puesto junto a la ventana. Guardó el periódico escolar en su mochila y sacó una libreta para hacer algunos trazos. Su compañero que ya estaba bastante acostumbrado a Jimin, le miró con una sonrisa torcida, soltando un bufido seguido.

—Tus tiras han pasado de moda —dijo el chico sin empatía alguna—. Los de Jeon Jungkook son mejores. Los tuyos son demasiado infantiles.

La boca de Jimin se hizo una línea recta.

—No me importa, no los hago para ti, los hago porque a mí me gusta hacerlo.

El chico rio. Aunque Jimin intentaba ser indiferente, estaba claro que el comentario le había afectado.

—Si solo lo haces por gusto, entonces no los publiques en el periódico. Le quitas espacio al otro chico. Él sí que tiene talento, no como tú.

Jimin quiso responder, pero no encontró las palabras correctas para hacerlo, al menos no alguna que no le hicieran ver cómo alguien infantil y a la defensiva. No estaba acostumbrado a las críticas negativas, por lo cual no sabía cómo lidiar con ellas. Un nudo se formó en su garganta y su corazón comenzó a latir con fuerza dentro de su pecho, lleno de rabia. Podrían haberle dicho que lucía fatal esa mañana y al rubio le hubiera dado completamente igual, pero el que dijeran que no tenía talento simplemente le dejaba el orgullo por el suelo. Pronto escuchó a sus compañeros murmurando algo parecido y sus ojos comenzaron a picar por el enfado y la decepción, aunque aun así, no dejó caer ni una sola lágrima, no frente a ellos.

Cuando finalmente llegó a casa y estuvo complemente solo, en las sombras de su habitación, la historia fue por completo otra y Jimin no dejó de llorar hasta que se sintió tan cansado que no tuvo más remedio que dormirse.

UNTOUCHABLE 本 KOOKMIN MINI FICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora