[04]

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Los rayos del sol pasaban por la ventana del dormitorio de la pareja real. El castaño despertaba por esos mismos rayos.

Fué levantándose poco a poco, pero un brazo lo detuvo, su esposo lo atrajo hasta el y lo abrazó como un peluche.

- amor... Ya tienes que levantarte - besó la nariz del alfa.

- ño, deja dormir otro ratito - la actitud inmadura y tierna del alfa enamoraba más al Omega.

Rió y se quedó a dormir con su alfa, este sonrío, pero luego esa sonrisa se borraría a causa de sus hijos.

- mamá! Papá! Despieren!! - sacudió a ambos padres.

- es muy temprano, ¿que les cuesta dormir más? - se quejó el pelirrojo.

- la historia, queremos saber que pasa!!! - gritaron a la par.

- amor, te toca a tí

El pelirrojo suspiró y pronto empezó a narrar la historia.

[•••]

El Omega ayudó al alfa a pararse, puso un brazo en su hombro y lo empezó como a cargar.

El Omega notó que no pesaba mucho, el otro tal vez este haciendo demasiado esfuerzo.

- si te duele intenta relajarte, yo puedo solo - musitó algo bajo, la noche empezó a caer, debían apresurarse.

El frío empezó a aumentar, parece que una tormenta de nieve se acercaba. No llegarían a ningún lado. El castaño buscó con la mirada algún lugar donde podrían pasar la noche.

Si, el lobo los podría encontrar. Pero las probabilidades de que pase de largo son mucho más elevadas.

Además, si seguían el paso se congelarían y el lobo los encontrarían más fácil.

La tormenta iba empeorando considerablemente. Un árbol grande hueco se veía a lo lejos. Con dificultad llegaron a ese roble.

Era ligeramente amplió, al menos podrían descansar bien, taparon la entrada con hojas del árbol, que por suerte estás eran grandes.

El pelirrojo seguía sangrando, estaba algo mareado por el frío y que ya había perdido una considerable cantidad de ese líquido vital.

- ¿estás bien? - preguntó el alfa al omega, este miraba con preocupación afuera, el lobo debería estar cerca.

- si... Yo debería preguntarte eso... - miró el pantalón del contrario, la mancha ligeramente más obscura en su pierna cada vez era más notoria

- yo estoy bien... Ah! - se quejó al sentir como un poco de nieve fría tocaba esa parte. La nieve hervía.

- será mejor que prenda una fogata, nuestra visión no es suficiente para atenderte - buscó algo en su pequeña mochila.

Este buscó por unos segundos, logró encontrar un mechero. Con algunas ramas secas y hojas logró encender fuego, ligero, para no incendiar el árbol.

Para evitar eso mojó ligeramente el techo para que esté no ceda ante el fuego fácilmente.

Se acercó al contrario y poco a poco levantando una de las bastas del pelirrojo. Miró la herida, era algo extensa y algo profunda.

- tendré que cocer la herida - sacó aguja y hilo.

- e-esto dolerá - miró al príncipe.

- si... Pero es la única forma. Es mejor que no se infecte o que empeore. - calentó la aguja en la fogata para acercarlo al contrario.

Sacó una botellita que contenía alcohol, roció un poco de esta en la herida para limpiarla. Los quejidos del pelirrojo no faltaron, se retorcía, podía sentir como el alcohol quemaba las heridas.

Con un trapo limpió un poco alrededor de la pierna y pronto la herida estaba lista para ser atendida.

El principe miró inseguro, se relajó, amarró con fuerza la pierna herida y está debería dejar de dar mucha circulación.

Clavó la aguja, el pelirrojo dió un quejido ahogado, sus ojos dieron una lágrima en respuesta al dolor.

Cocía con delicadeza y con bastante cuidado. Mientras que el pelirrojo solo cerraba los ojos con fuerza, sus quejidos cada vez eran más bajos hasta llegar a ser solo ligeros quejidos.

Los quejidos casi eran nulos, los ojos del pelirrojo estaban clavados en los ojos ámbar del principe.

Este hacía su trabajo con paciencia y precisión. Terminando de coser la herida sacó una venda y la amarró por la pierna herida.

Terminando bajó la tela algo ensangrentada del pantalón y cubrió la herida. Subió la mirada para encontrarse con las esmeraldas del alfa.

- ya está - pasó la mirada de los bellos ojos del contrario.

- si.. - miró a otro lado con un sonrojo, era algo visible pero no se veía por la poca luz que daba aquella pequeña hoguera.

El alfa miraba al Omega con una sonrisa, parecía una sonrisa enamoradisa. Tanto que ponía nervioso al Omega.

- n-no me mires así - se ruborizó, y al parecer el alfa lo notó.

- perdón - río al ver las mejillas carmesí del castaño.

- o-oye... Se que tú ya sabes quién soy... Cómo te llamas?... No te lo he preguntado - bajó la cara aún más rojito.

- me llamo Ari - sonrió tomando el mentón del castaño.

- un gusto... Ari - ese nombre tan bonito retumbaba por su cabeza.

Parecía nombre de niña, si, es un nombre de niña, pero, ¡¿a quien le importa?! Aquí solo importa que te guste tu nombre.

Un nombre tan bonito para un joven tan hermoso, si, estaba más que enamorado. Desde que lo vió se dió cuenta de la gran conexión que tenían.

Era demasiada, una gota de agua cayó en su cabeza sacándolo de sus pensamientos. En esta parte estaba cayendo agua. El calor de la hoguera debió descongelar un poco de la nieve que se encontraba ahí.

- ven, te vas a mojar - el alfa estiró la mano para que se recostara a su lado.

El castaño con una emoción tan grande intentó poner la cara más normal posible, lograndolo apenas.

Se recostó a su lado, podía sentir su calor, escuchas su corazón latir y ese aroma delicioso a menta.

El alfa lo abrazó tantito para darle calor, los alfas son un poco más cálidos que los Omegas.

El Omega era prácticamente un tomate, sus pensamientos estaban todos revueltos. Dejaron que el sueño los consuma hasta el punto de que se olvidaron que estaban en medio de la nada y con un lobo suelto.

Los rayos del sol empezaron a hacerse presente. La fina capa de hojas no detenía la luz blanca/amarilla que daba el sol de invierno.

Continuara...

1017 palabras

-El- Spartor-omegaverse Where stories live. Discover now