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Siguió ese ligero aroma hasta llegar a una parte del bosque, este tenía la madera de color rojo.

Miraba por todos lados, escuchó unos ruidos de aves, podría ser que haya alguna tormenta o un oso enojado.

Pero luego el sonido de un árbol cayéndose lo alertó demasiado. Este con agilidad lo esquivó y fué al tronco del árbol recién caído.

Para su suerte el ligero aroma del lobo también estaba por ese camino. El llegar pudo ver al pelirrojo con su capucha roja. Este tenía el hacha en sus manos.

Este estampó el hacha a un árbol, solo de un golpe logró derribarlo. Esa fuerza podría romper una pared.

Bajó el hacha por unos momentos para descansar, no eran árboles tan grandes, pero aún así, ¿poder derribarlos de un solo golpe?

El viento sopló y este olfateó el aroma del castaño en el, sonrió involuntariamente, le agradaba su presencia. No tenía ninguna razón en mente.

— ¿sabías que es descortés espiar a las personas? — preguntó con un tono divertido y sin ver al castaño que se encontraba en una de las ramas de un árbol.

El castaño, intentó hacer pensar al contrario que le estaba hablando al aire, así que optó por esconderse entre las ramas.

El pelirrojo rió por lo bajo, sabía su ubicación exacta gracias al olor. Se acercó al árbol donde el castaño estaba escondido.

Trepó de una forma ágil hasta un poco más arriba del castaño, este solo podía optar por ver si el pelirrojo seguía abajo.

Sacó la cabeza tantito para ver al pelirrojo, este estaba un poco más arriba de el. Decidió darle una sorpresa.

Bajó unas cuantas ramas para así llegar al castaño, puso sus manos en los hombros del Omega. Este se estremeció al sentir las manos de alguien en su espalda y hombros.

Dió un grito y le dió una cachetada al responsable, pero al hacerlo estos cayeron del árbol. Este era algo alto y donde estaban podría llegar a lastimarse.

El pelirrojo al ver que el Omega estaba con algo de probabilidad de golpearse fuerte, decidió el amortiguar la caída.

Cayeron al piso, el alfa solo le golpeó ligeramente la espalda y una pierna. El Omega estaba intacto rodeado por los brazos del alfa.

Podía sentir ese aroma dulce a menta, estar en su pecho le agradaba y no solo eso, se sentía seguro, la nieve también evitó que el pelirrojo se raspara de más. O eso creyó.

Su sonrojo era más notable a cada segundo que pasaba, volvió a sentirse en sumisión a un alfa. Empezaba a cabrearse por esa sensación.

En su mente solo quería safarse y salir de ahí. Pero por otro lado quería quedarse entre los brazos del alfa.

Sus feromonas se dispararon por la emoción, el alfa solo seguía abrazándolo. Algo en el no lo dejaba soltarlo. Pero tampoco le inconmodaba.

El alfa al sentir ese cambio en el olor del Omega supo que estaba algo nervioso, el olor también cambia según sus emociones.

El sólo optó por sentarse para no quedar con dolor en la columna. Sin separarse del abrazo el alfa escondió su cabeza en el cuello del Omega.

El Omega solo se sonrojó más, sus manos solo pasaron del pecho del alfa hasta su espalda.

El alfa solo sacó la capucha del omega y dejó ver mejor esos rizos. Se le hacía conocido.

El castaño solo miraba los ojos del contrario, estaba tan centrado en eso, que no se dió cuenta que el pelirrojo guiaba su mano hasta el cubrebocas.

Después de unos segundos sus manos casi bajaban completamente está pequeña tela que tapaba el bello rostro del castaño.

El castaño reaccionó abruptamente, alejó las manos del pelirrojo de su cara. Este solo se avergüenzo por su comportamiento.

El castaño se quedó estático, ¿debería contarle? Pensó.

En realidad la razón por la cuál usaba esa máscara, es porque el príncipe Andrés estaba siendo buscado. Había escapado por un orden de su padre. Alguien estaba tras la familia real.

Sus lágrimas empezaron a salir cuando recordó la imagen de su hermana siendo captura y golpeada hasta quedar en el piso inconsciente.

Escondió su cara en el pecho del alfa, solo podía desahogarse de esa manera. El alfa algo confundido aceptó el abrazo del Omega.

Unos minutos después está ya estaba más calmado, miró el suéter del pelirrojo, estaba empapado.

— estás mejor? — esa voz dulce fué lo que conquistó el corazón del Omega.

— s-si, t-todo bien — intentó no tartamudear, claro que no funcionó.

— no deberías taparte la cara, debes ser hermoso con o sin ella — guío otra vez su mano a la tela.

El castaño solo no lo detuvo, no lo iba a entregar. ¿No? ¿Debería fiarse de este desconocido?

Pues el pelirrojo sacó por completo el pedazo de tela con delicadeza. Miró con un ligero sonrojo el tierno rostro del Omega.

Este miró al Omega príncipe, si era el, desató la coleta que llevaba y pudo ver qué sí, efectivamente era él.

— no le digas a nadie... Estoy huyendo por el hermanastro de mi padre... Quiere su trono, mi padre.... No sé si murió, o?... Pero mi hermana está muerta y mi hermano no sé dónde está...  — tomó las manos del alfa. Este entrelazó sus dedos.

— no lo haré... Se lo que es escapar toda tu vida...  Mis padres pasaron por eso — tomó ambas manos del Omega.

— gracias — recostó su cabeza en el pecho del alfa.

El Omega se encontraba en el regazo dele alfa, a este no le molestaba, la razón... Ninguno tenía idea.

El alfa dió un ligero quejido, miró su pierna estaba sangrado. El golpe fué algo duro y por el momento que estaban en sus cosas, ni siquiera, ni siquiera el dolor se percibió en ese momento.

— te duele mucho? — preguntó separandose.

— u-un poco

— mejor volvamos a la aldea — se levantó el castaño.

Este ayudó al pelirrojo a levantarse, un chorrito de sangre salió de la pierna del pelirrojo, la herida con el movimiento iba empeorando.

[•••]

— Bueno creo que eso es todo por hoy — dijo el Omega dejando mimarse por su esposo.

— aaaaa, por qué?! No tenemos nada que hacer

— mañana se la sigo contando, vale? — dió un ligera risa al sentir los labios de su alfa en su cuello, siempre hacia eso, ya era una costumbre.

— papá... Tu te sabes la historia? — preguntó la niña.

— pues... Sí, pero mamá la cuenta mejor — besó la cabellera del Omega.

— mañana la contará papá, vale? — sonrió, escuchando un quejido de su alfa.

— okey, nos vemos — salieron ambos niños

La pareja solo rió, amaban a sus hijos, pero a veces eran un dolor de cabeza.

— amor, te toca contar la historia mañana — se acomodó para dormir.

— yo no la cuento cómo tú, soy algo olvidadiso — beso el cuello del Omega nuevamente.

— me haces cosquillas — dió una risa angelical, un fino hilo de sangre cayó por la nariz del alfa.

— m-mejor vamos a dormir — se acostó tapándose.

— pervertido~ — río acostándose igual que su esposo.

El alfa lo abrazó por detrás, dejando la posición de cucharita para dormir. Les daba calor a ambos.

Continuara....

1186 palabras

-El- Spartor-omegaverse Where stories live. Discover now