Una oportunidad más a tu lado.

Capítulo 2: Dolor y esperanza.

No supo con exactitud cuanto tiempo llevaba volando, pero debía ser el suficiente tomando en cuenta lo cansado que se sentía y lo complicado que era mantenerse a una buena altura. Cuando por fin pudo divisar la ciudad de Yiling en medio de la nubla de su mente, sobrevoló los túmulos funerarios y contrario a lo que espero, la energía resentida ni siquiera trato de atacarlo, el lugar se sentía desolado y era demasiado silencioso.

Wangji apenas alcanzo a bajar de su espada antes de colapsar, sus extremidades estaban demasiado cansadas y sumando el dolor de su espalda que comenzó a hacerse presente en medio de su vuelo, estos factores agotaron todas sus fuerzas. Sin embargo, nada importaba con tal de asegurarse que las palabras dichas por su hermano eran una mentira, y que si caminaba unos pasos a la cueva donde había dejado a Wei Ying, el hombre que amaba estaría ahí esperando por él.

Por supuesto, la vida nunca le había sonreído. Desde pequeño creció siendo apartado del calor de su madre, criado principalmente por su tío que ponía mano dura en su educación y prohibiendo cualquier tipo de diversión. Su hermano mayor era el encargado de traer un poco de felicidad al pequeño Wangji que no aun no entendía la razón de no poder ver a su madre, y por qué su padre nunca le había querido ver ni una sola vez. Después la tragedia se cernió sobre su vida, arrancando de su lado la presencia de su madre.

El tardo en entenderlo, esperando ansioso el siguiente mes para visitar nuevamente a la mujer que más amaba en el mundo, donde podía dejar ir un poco las reglas que se habían metido bajo su piel y le impedían hacer amigos o disfrutar de su infancia. Visitar la casa de gencianas donde habitaba su madre, era la parte favorita de Wangji, podía recibir besos y abrazos de su madre, y tener la compañía de su hermano todo a la misma vez, Wangji era feliz ese tiempo. Así que cuando su hermano se encargó de explicarle algo que tal vez ni el mismo comprendía, Wangji se cerró por completo, toda expresividad que alguna vez tuvo su rostro fue abandonada el día en que le prohibieron volver a ver a su madre, y cuando desobedeció por primera vez arrodillándose frente a la casa de la mujer que lo trajo a la vida, su tío únicamente fue por él y le consoló, Lan Qiren por primera vez abrazo a su sobrino y le dejo llorar sobre su hombro, el pequeño niño de 6 años no comprendía el significado de la muerte, pero esa razón era culpable de no poder ver a su madre nunca más.

Creció de esa manera, temiendo perder las cosas que amaba, el terror de ser abandonado y quedar solo siempre le perseguía. Y entonces, un rayo de luz ilumino su vida cuando las puertas del rincón de las nubes fueron abiertas a extranjeros que había llegado para estudiar todo un año. Conoció a la persona que le robaría el corazón, Wangji se enamoró a primera vista sin saberlo. Tardo mucho dándole un nombre a ese sentimiento que crecía cada vez más, esas ganas de ver el rostro de ese hermoso hombre y la necesidad de compartir cada segundo con él.

Nuevamente la tragedia llego a su vida cuando Wei Ying desapareció durante tres meses y después regreso siendo una persona totalmente diferente, pero eso no le importo. Seguía siendo su Wei Ying, seguía amándolo. Y entonces, el hombre controlaba la energía resentida; Wangji había sentido mucho terror cuando vio a Wei Ying rodeado de la bruma oscura y como podía controlar los cadáveres feroces, pero admitiría que ese poder les dejo ganar contra el clan Wen.

Después el mundo de cultivo, una vez más demostró temer a todo aquello que no puede controlar, Wei Ying siendo tan poderoso e indomable, causaba terror a los lideres de secta que ansiaban tener su poder. Y el cultivador demoniaco sin nunca medir las consecuencias de sus actos les dio la excusa perfecta para atacarlo robándose a los pocos Wen que la secta Jin mantenía. Eran inocentes y Wangji lo sabía, pero nadie se tomaría el tiempo para verificar que aquello fuera cierto. Ahora estaba ahí, parado en medio de los túmulos funerarios viendo el desastre dejado por los cultivadores que habían matado inocentes.