Capítulo 5

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Era domingo, mi tercer día en la casa de las Lugo, y me dolía el cuello como si me hubiese dormido de cabeza, con todo mi peso encima de él.

No era para menos ya que no solo dormía en el sofá, sino que este había sido confinado al el balcón al Aysel decidir que mis ronquidos la incordiaban.

Me levanté y vi que la pelirroja demoníaca no estaba en su cama. Con la puerta del dormitorio abierta, me llegaba el olor de los huevos y el tocino, así que supuse que estarían abajo desayunando.

Al llegar al pie de las escaleras torcí los ojos al ver que mi amada prima estaba sentada a la mesa del comedor con la melena roja recogida en una coleta de la que escapaban algunos mechones rebeldes, y una sonrisa radiante coronando su rostro con cínica alegría.

Tenía el plato vacío, tenedor y cuchillo en mano, casi parecía que esperaba por mí para desayunarme.

—¿Dormiste cómoda? —me preguntó ella al verme.

Desde la mesa me llegaba el ruido de los utensilios de cocina, el cálido aroma de la comida, el crepitar del aceite en el sartén. Celina debía estar preparando el desayuno.

—A ver —dije sentándome, cansada de Aysel— imagino que sabes" que he estado en peores situaciones, que técnicamente debería agradecer tu sarnoso sofá y tu frío balcón, pero jódete, ¿okay? No agradezco una mierda.

Ella ladeó el rostro sonriéndome con ternura.

—El griego dijo que eras una perra amarrada. Ya empiezas a ladrar. Estaré pendiente para cuando empieces a morder.

—¿El grie...? ¿Azrel? ¿Hablas con Azrel?

Ella frunció el ceño, visiblemente confundida.

—¿Esperas que adivine lo que quieren de mí? Claro que hablo con él. Mañana empezamos, por cierto.

—¿Empezamos? ¿Plural?

—Ay, cariño, eres muy lenta para lo mucho que prometió el griego. Mañana empezamos. Y ahora calla que ahí viene mi abuela.

—Yo no veo que...

—¡Mis niñas!

La mujer llegó regando besos al aire y bendiciones en nombre del Señor a la vez que depositaba nuestros desayunos sobre la mesa.

—Qué hermosas están, que el Señor me las cuide y me las proteja y las llene de su bendición. —Luego de llenarle las pecosas mejillas a Aysel de besos, se acercó a hacer lo mismo conmigo—. Me quedaría a comer con ustedes pero me esperan en la congregación para que inicie la clase dominical de hoy.

—No te preocupes, abue, debes cumplir tu misión para con el Señor antes que nada —dije, ganando que Aysel me asesinara repetidas veces con sus ojos café.

—¡Ni se les ocurra empezar a comer sin dar gracias! —nos exhortó.

—Nunca, abuelita —dijo Aysel con una sonrisa.

Cuando la señora Celina se fue, Aysel me miró ya sin sonreír. No había desprecio ni nada similar en su rostrosolo la más absoluta practicidad.

—Nos quedan muchas horas de ocio antes de mañana, así que será mejor que las invirtamos en hacernos amigas. Buenas amigas.

Entre todas las cosas que ella podría haber dicho, incluida una confesión sobre un segundo asesinato, esa era la última que habría esperado.

—Me estás jodiendo, ¿no?

—Para nada —negó ella—, así que hazme el favor de tragar y responder mis preguntas.

—¿Qué preguntas?

Nerd 2.5: Parafilia [+18] [COMPLETA]Where stories live. Discover now