Epílogo

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Cinco meses después...

El hombre me recorre el cuerpo, la música calienta mi entrepierna cuando éste pega su rodilla en ella al bajarme con lentitud. Me enderezo, me voltea de espaldas a él bailando al ritmo de la música latina y candente. El calor del lugar me enciende, y sé que él se encuentra exactamente igual de caliente que yo cuando rosa los dedos en mis muslos.

Cuba, nos encontramos en Cuba.

Bajo con lentitud contoneando mi trasero a su entrepierna, y éste no duda en recorrer con la yema de sus dedos mis costados. Vuelve a tomarme de la mano, dándome una vuelta más pegándome a su pecho firme al mismo tiempo en el que me toma de la cintura y rosando mis labios a los suyos...


De los errores se aprende. Acepto que los cometí, así como también acepto que perdí a personas que en realidad valían la pena para mi vida.

Oliver fue uno de ellos, traicioné su amor, su confianza y el tiempo que me brindó al casarse conmigo. No fui más que una pérdida de tiempo para él. Pero... ¿de los errores se aprende no?

El olor a cigarrillos, perfume y whisky caro, me hacen volver a la realidad del lugar en el que estoy. Observo a mí alrededor, dándome cuenta que estoy sola, que me quedé sola por mis errores, tomando un trago de whisky en la barra de un bar lujoso en el centro de la ciudad.

Voy de gabardina negra con tacones rojos. El negro para mí ahora simboliza el luto que ha sido perder a un hombre maravilloso, y el rojo la pasión que me llevó a engañarlo.

Para nosotras no es un secreto desear algo o desear a alguien, porque tenemos la ventaja de pedirlo y obtenerlo.

Me remuevo en el asiento, le doy un trago al whisky omitiendo el gesto cuando éste me quema la garganta. Giro sobre mi eje en el banquillo de madera donde me encuentro sentada, me cruzo de piernas dejando a la vista mis muslos descubiertos, recorriendo con la yema de mis dedos la cara externa de estos. El hombre que se acerca me repara con la mirada, devorándome con la misma como si fuese un depredador. Le sonrío de lado.

Dejo el vaso de vidrio sobre la barra, levantándome y caminando después hasta el balcón del bar que se encuentra en el penúltimo piso del Hotel Meyer. Me detengo por unos segundos observando de reojo al hombre que me sigue, y no dudo en provocarlo levantándome levemente el abrigo mostrando mucho más mis torneadas piernas, consciente de que nadie nos ve, y que no llevo nada más que la lencería color roja por debajo.

Sigo mi camino hasta llegar al ascensor, espero a que abra sus puertas, adentrándome a él seguido del hermoso ser que me acompaña. Las puertas se cierran, él se va hasta el fondo, pero segundos después siento su aliento en mi cuello. Suspiro sintiendo la electricidad que desprende nuestros cuerpos cuando estamos juntos, y para cuando el ascensor abre sus puertas lo que hago es caminar hasta nuestra habitación.

34C1.

Paso la tarjeta, la habitación se abre adentrándonos después a ella.

—Joder, no hay pecado que contigo no quiera cometer —susurra a mi oreja derecha.

Ya no tiemblo, no con él. Y aunque en ocasiones recuerde lo sucedido tiempo atrás, lo único que busco ahora es mero placer.

Sonrío, al mismo tiempo en el que desabrocho el cinto de la gabardina. Él la toma de ambos lados dejándola caer al suelo. Suspiro al sentir la punta de su nariz recorrer mi hombro izquierdo, y cuando quiero decir algo me interrumpe.

—Me has complacido... ¿Por qué? —pregunta, pero no respondo —. ¿No me responderás? —niego —. Creo que alguien está buscándose un nuevo juego, ¿no es así? —asiento.

Recorre con la yema de sus dedos el costado izquierdo de mi cintura.

—¡¿Sí que?! —me azota con fuerza el trasero, provocándome un respingo.

—Si quiero jugar con usted —respondo, con voz jadeante de deseo.

—La ricura quiere jugar —susurra, apretándome el cuello —. Mira lo que puse para ti, ¿Ahora si me bailaras? —pregunta, y yo asiento al ver el pequeño escenario de lo que es un tubo de stripper —¿A quién quieres ahora, Charlotte?

Pregunta y yo respondo:

—Lo quiero a usted, señor Leister.


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PERVERSOS 1° SeducciónKde žijí příběhy. Začni objevovat