Capítulo 1

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Les dejo el cap de hoy. Y como siempre, comenten, pongan una estrellita si les gusta y regresen por más. Y si no pueden esperar, el adelanto del siguiente capítulo en mi blog.

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Varias semanas antes...

Hay quién piensa que soy una chica muy formal, pero esa imagen se esfuma cuando hay una fiesta Castillo de por medio. Lo que ocurre es que normalmente todos los que acuden suelen acabar bastante perjudicados o inhibidos, por eso no suele ser demasiado importante el como sobrevivas a una de esas fiestas. Recuerdo mi primera borrachera, cuando me desperté no sabía como había llegado hasta el sofá, y tenía uno de mis calcetines medio colgando del dedo gordo del pie. Desde entonces no bebo tanto como para llegar a ese punto. Como decía el tío Alex, hay que beber para divertirse, no para perder el control.

Después de un mal día en el trabajo, que te digan que hay una fiesta Castillo en marcha, es todo lo que necesitas para aguantar hasta el día en cuestión. Darío preparó todo aprovechando que sus padres no estaban en la casa, así que sería una fiesta Castillo para jóvenes, algo que necesitaba si no quería estar escondiéndome de la vista de mis padres.

Lo mejor de estar en casa, o en casa de mis tíos, es que podía descalzarme en el porche trasero, espatarrarme sobre las escaleras, y no sentirme violenta. Conocía a la mayoría de la gente, y al que no, simplemente no me preocupaba lo que pensaría de mí.

Así que allí estaba yo, con los codos apoyados en el escalón de arriba, un gin-tonic en mi mano derecha, y los dedillos de mis pies jugueteando libres al aire, cuando mi primo Darío se acercó para sentarse a mi lado, y no estaba solo.

—¿Un mal día? —preguntó mi primo.

—Una mala semana. —Tampoco iba a aburrirle con mis desdichas, me interesaba más saber quién era el chico guapo que venía con él y a quién no conocía. Traté de sentarme mejor para no parecer una borracha. Con lo de mis pies ya no podía hacer nada.

—Este es Jordan. Ha estado arreglando la fuga del Château. —Alcé mi vaso como saludo.

—Bienvenido. —él correspondió con el mismo saludo, solo que con su botella de cerveza.

—Darío, se ha acabado el hielo. —gritó uno de sus amigos de la universidad, creo recordar que lo conocía de eso.

—Ya estoy en ello. —Darío se levantó para ocuparse del abastecimiento. —Yo ya he hecho mi parte, el resto es tuyo. —Le dijo a Jordan.

—¿Yo soy parte de ese trato? —alcé una de mis cejas al preguntarle. Él bajó la cabeza y sonrió al saberse descubierto.

—Me prometió una cerveza y presentarme alguna chica, así que creo que sí. —Vendida por mi primo. Bueno, al menos había tenido buen gusto, el chico estaba bien bueno, ya me entienden.

—Así que eres fontanero. —Me fijé en su atuendo; pantalones vaqueros, deportivas, una camiseta de algodón... Encajaba perfectamente en el grupo de Darío. Aunque parecía muy joven para ser un trabajador cualificado como un fontanero.

—Solo soy ayudante. —Pude notar como revisaba el uniforme de camarera que llevaba puesto. ¿Por qué se creían que necesitaba sacar al aire a mis maltratados pies?

—Anda, como yo. —Eso le hizo reír. Había notado que estaba algo incómodo, como si no encajase del todo. Por eso traté de que se relajara.

—No me has dicho tu nombre. —Vaya, no estaba tan perdido como pensaba.

—Soy Paula. Y antes de que pienses en aprovecharte de mí, te diré que mi hermano está en el ejército, así que más te vale ser bueno conmigo. —le apunté con mi dedo de forma amenazadora.

—Lo prometo. —Alzó una mano mientras apoyaba su cerveza sobre su corazón, imitando una especie de juramento.

—Te daré un voto de confianza. —sonreí para que supiera que todo era broma.

—Así que trabajas en el Château. —le miré como diciendo, ¿de verdad me preguntas eso. Es obvio.

—Así que tu eres el que ha dejado ese agujero enorme en el suelo del office. —le acusé.

—Pero también seré el que lo tape mañana. —sabía defenderse rápidamente.

—Más te vale, no me gusta eso de andar dando saltos cargada de platos. —él sonrió divertido.

—Darío dice que es tu primo, así que supongo que el Château es el negocio familiar. —Casi, casi.

—Es el negocio de Gabi, pero nos da la oportunidad de sacar algo de dinero trabajando unas horas como camareros. Todos salimos ganando; ella tiene camareros de confianza, y nosotros un ingreso extra. —Jordan miró a su alrededor.

—No parece que necesitéis mucho, este lugar es un pequeño paraíso.

—Primero, es la casa de mis tíos, y segundo, los estudios son caros. —Sus cejas se alzaron intrigadas.

—¿Qué estudias? —¿Era bueno decirle que ya terminé la carrera?

—Derecho. Estoy trabajando en un bufete a tiempo parcial, pero me pagan una mierda por estar toto el día haciendo trabajos de archivo. —Básicamente se podía decir que era lo que hacía.

—Así que tienes que trabajar en el Château para poder pagar el alquiler. —¿Debía decirle que seguía viviendo en casa de mis padres? No, daría una imagen de mi que no quería que él tuviese. A ver, que no tenía pensado ligar cuando vine a la fiesta, pero... El chico era guapo, le asomaban unos buenos bíceps por la manga de la camiseta, y tenía un buen trasero. ¿no era eso lo que nos gustaba a todas? La primera vez caí por un idiota así. No voy a hablar de eso, no merece la pena. No es que fuese una monja, mi sangre hierve con el estímulo adecuado. Tan solo es que soy muy selectiva. Lo que se dice acostarme con un chico lo hice dos veces, y fue con el mismo, con el resto no he pasado de unos besos calientes y algunos toqueteos. ¿Qué se habían pensado? Ya he dicho que no he hecho ningún voto de castidad.

—Tengo vicios caros. —elevé mi hombro derecho—Ropa, comida, gasolina, ruedas nuevas...—dejé el resto de la lista en el aire, consiguiendo una sonrisa de su parte.

—Qué me vas a contar, mi furgoneta necesita una operación a corazón abierto. —Tenía sentido del humor, eso me gustaba.

—Eso también es caro. —le seguí el hilo.

La noche fue mejor de lo que había pensado cuando llegué, pasé de relajarme a divertirme. Y el que diga que ese no es un buen cambio es un amargado. Tenía un combinado en mi mano, un chico guapo a mi lado, y una conversación divertida. ¿Qué más podía pedir? Aparten esas ideas sucias de la cabeza, acababa de conocerle, yo no soy de esas. Aunque si seguíamos coincidiendo... Había buenas perspectivas para algo más.

Paula - Legacy 10Donde viven las historias. Descúbrelo ahora